24 mar 2015

CANELONES (de chicha, claro)

Canelones de tupperdelcurro.es
Agua nueva que ayer era nieve nutre arroyos cantarines, verdes brotes adornan las veredas de los caminos por los que pasa el correcampista embelesado en el paisaje que cambia, embebido en aromas primaverales. 
Asoman las calores.

Es hora de dejar atrás los cocidos mastodónticos, los pucheros de judías pintas con guarros enteros dentro cocidas al suave amor de un leño casi consumido, los guisos que arrebatan el paladar y adormilan el vientre, los asados cárnicos (piernas de cordero, conejos especiados, lomos de enormes bichos...) que huelen a antiguo y levantan el ánimo de los esforzados que se esfuerzan y por ello se cansan, como es lógico.

Ahora ya hay que ponerse ciego de comer, nada de regímenes, no podemos bajar la guardia justo ahora si no queremos parecer atletas de verdad embutidos en nuestros coloridos polipropilenos y exiguas prendas terriblemente técnicas.

Y la delgadez llegará -si no le ponemos solución- porque ahora entrenamos más tiempo y más fuerte con el miedo a lo que se nos viene encima. Hay que evitarlo a toda costa, como evitan el agua los CxCs originales.

Inevitablemente ha de llegar una nueva ReCxCeta que nos devuelva al buen camino, al ensile metódico, al inflarse dejando a un lado el argumentario de la lógica deportiva, a ser, en fin, ceporceses.

La llegada del buen tiempo trae a las mesas del deportista (y a las de este club también) un montón de amenazas en forma de paisaje bien en plato, bien en vaso. Ensaladas, gazpachos, zumos de fruta, ensaladillas, cremas frías... ¡el puto apocalipsis del paisaje comestible, el demoño!

Ojo, no digo yo que una buena ensaladilla rusa o un capacho de cogollos de Tudela con salmón fumao y sal maldon sobre capa de reducción balsámica de vaustéasaberqué sean malos pero -¡ATENCIÓN!- como aperitivos, nunca -¡NUNCA, JODER!- como plato principal. Que los frescos atractivos de la verde hoja y las bayas aderezadas con vinagres antiguos no desvíen nuestra atención de los torreznos saladitos, de los chorizos a la sidra, de las magras con pisto, de la vida, amigos. Lo digo desde la experiencia, que una vez me tomé un gazpacho de la señora Concha (“Hola madre”) que de tan bueno casi, casi, me quita las ganas de echarme una Perlembacher pal coleto. Pude reaccionar y después de medio litro del maligno bebedizo con tropezones me di sin tino al líquido elemento llegado desde las entrañas de la germania aquella. ¡Qué mal rato! Dos montados de jamón con queso manchego curadito me tuve que tomar para aliviar la pesada carga de la culpa sobre mi alma pecadora.

Si el invento pantagruélico que hoy presentamos cayera en manos de un vegano -Perry no lo quiera- se le convertirían al instante en ceniza negra antes de desaparecer como a los vampiros de los flines. Esto se lo come alguien que no esté acostumbrado y lo mismo fallece, es el responsable último de que los curas de pueblo sean gordos, es la perfección hecha canuto. Y está bueno que te orinas encima.

Si alguien está leyendo y se encuentra a plan (tiene que haber degenerados de todo tipo) que retire de inmediato los ojos de la pantalla. No sos lo digo más.

Antes de ponerse a preparar el engendro saciante sería una idea formidable hacerse con pasta para canalones (el tamaño da igual, que estáis obsesionados con el tamaño), carne picada (ternera, cerdo, jabalín, marmota, gremlin o lo que sea) pechuga de pollo, el puñetero bote más grande y barato de algo parecido al foigras que encontréis, cebolla, pimienticoe, vino blanco, ajos, tomate frito y lo necesario para hacer bechamel. ¡Ah! ¡Y queso rallado, no sea que le quepa alguna caloría más!

Se empelota uno, se pone el mandilón que le hizo su hijo para el Día del Padre con manotones de colores, se abre una Perlembacher y se lanza al trabajazo.

Lo primero es cocer convenientemente los canalones en mucha agua con sal. Toda vez que esta vida que llevamos es un estrés fatal aprovecharemos el tiempo de cocción para alicatarnos otra Pelermbacher debatiendo internamente asuntos mundanos como un “¿deberíamos poner un cuadro en el hueco aquel?” o el “endebé la vecina cómo se ha dejao, lo gorda que sa puesto, ¡otia que me ve!”.

Cocidos los cuadraditos de pasta procedemos a echarlos sobre un trapete limpio que no suelte pelusilla.
Troceamos la cebolla finérrima al igual que el ajo y los pimientoe que pasamos a pochar con la tranquilidad del hombre que tiene el alma en paz.

Mientras se pocha lo pochable troceamos la pechuga de pollo y la añadimos a la carne picadita. Cuando el poche esté pochado (sí, lo se, me estoy pasando con la pochez) agregamos los productos cárnicos de la tierra a fuego vivo, les damos un meneo y agregamos un vasejo de vino blanco. A la que la chicha se embeba con el vino, forjamos el material añadiendo el foigras. Una vueltecita más y el hormigón está pertrechado.

Ahora viene lo fácil. Sacamos un recipiente ad hoc, lo untamos con tomate frito y colocamos los canutos de pasta llenos hasta el colodrillo del emplaste cárnico. Le echamos por encima la bechamel -me niego a decir cómo se hace-, queso rallado y al horno.

Nos echamos otra cerveza, que esto va fenóneno y hay que esperar a que la cosa se dore.

Sacamos y emplatamos a la manera tradicional, quicir colocando los canutos en vertical hacia el comensal (que él es un moderno y los quiere poner en algún ángulo antinatural, allá él).

Por último un truco en forma de recomendación: Conviene hacer firmar a los comensales una suerte de pliego de descargo de responsabilidad para evitar problemas mayores.

15 mar 2015

Corricollano. Llegamos, vimos y vencimos



Pero sólo porque no era una carrera y porque, además, correr era lo de menos.

El domingo pudimos disfrutar de la hospitalidad del Corricollano, ese club que lo mismo obtiene resultados inmejorables en maratón, manda a diez personas a los 101 de Ronda o se marca un cocido para trescientos amigos y conocidos. Así, sin alharacas. Habían organizado una salida de amigos por la Dehesa Boyal de Puertollano, un paraje magnífico para triscar, pasear o montar en bicicleta, y hacer entrega a continuación de los corrijotes, los premios anuales del club.

Llegamos prontito después de recoger borrachos por las cunetas, a uno directamente en una rotonda. Día soleado y temperatura inmejorable para esto del correr por el campo, en el punto de no estar seguro de si te llevas los guantes o si te pones una capa más: en Puertollano o Ciudad Real eso significa que no debes hacerlo.



Durante un par de horas vimos gentes disfrutando al echar un rato en el monte con amigos, conocidos o simplemente con otras personas con las que se comparte afición. Entre ellos había un espécimen de corredor de esos que todos aspiramos llegar a ser cuando seamos mayores: setenta y muchos, con cuerpo para seguir haciéndose sus dos horitas y con las ganas suficientes como para no recortar ni diez metros. “Yo sigo por donde vaya Julio”, decía. De existir y haber tenido esta afición, el hombretón de La Solana no sería muy diferente. Vuelve uno a casa con un par de cosas claras.

Y vencimos porque al llegar nos agasajaron sin tino ni merecimiento. Todo eran cosas ricas que no tenían fin. Choche estuvo pendiente de que no nos faltaran botellines (“que se los bebe JAN…”, pensaba Miguel; “allá él si me los bebo”, pensaba JAN) y la nueva presidenta fue muy simpática y estuvo muy acertada en su intervención (esto lo digo en el necesario tono institucional que caracteriza las relaciones entre clubes).





El último mohicano



Lo que más me gustó a mi fueron los premios. Con ellos corricollano distingue a algunos de sus miembros (con perdón) por sus méritos, de los de competir y también de los de otro tipo. Estos segundos son más importantes que los primeros en un club deportivo: sin lograr buenas marcas un club puede seguir siendo un buen sitio para estar, al que pertenecer, pero sin buenos compañeros no dura ni un suspiro. A uno de ellos le mencionaron por haber acompañado durante varias horas al amigo lesionado, o deshidaratado, o lo que fuera, en un ultra trail de montaña. De eso se trata, claro. Bueno, y luego está Luismi, que reúne los dos tipos de méritos y además es un cachondo, así que su diploma estaba cantado. 





El resumen podría ser: a mi se me saltaron un poco las lágrimas por lo emotivo, Quique creía que algún premio le iba a tocar a él y Jorge no estaba pero se acuerda.




2 mar 2015

CxC, un club de amigos

Cena Ultra del sábado en Carmen-Carmen
CxC no es un club al uso. Es verdad que somos el Club Deportivo Elemental "CorriendoporelCampo", con nuestros estatutos, nuestro CIF y nuestro registro correspondiente, pero eso no es lo importante para nosotros. Hay muchos clubes y mucha gente que corre por el campo. Y muchos de ellos lo hacen, además, muy bien, muy deprisa y durante mucho tiempo.  

Pero en CxC lo importante son otras muchas cosas. De hecho, ni corremos tanto, ni corremos muy bien, ni corremos muy deprisa. 

Por eso, a pesar de que en nuestros estatutos se indica que el club tiene como finalidad la actividad deportiva relacionada con el atletismo, la montaña, la escalada o la orientación, no siempre nos juntamos para hacer deporte, salvo que por deporte entendamos... otras cosas. 

En realidad, CxC es un CLUB DE AMIGOS o, mejor dicho, un grupo de amigos que nos reunimos porque nos apetece, porque estamos a gusto los unos con los otros, porque no hace falta que guardemos las formas entre nosotros, porque somos como somos y, además, nos gusta. Unas veces corremos y otras no.

También es verdad que aunque CxC nace con solo cinco miembros (con perdón), amigos de toda la vida, gracias a esto del correr hemos tenido la suerte de ir conociendo a gente excepcional que, sin ningún esfuerzo, han pasado a formar parte del grupo. Y da igual que nos veamos poco o que vivamos a cientos de kilómetros de distancia, en Ourense, Murcia, Barcelona o Madrid. Poco a poco la amistad se va forjando, los lazos se van estrechando y el grupo se va agrandando. Es el caso, por ejemplo, de Luis Arribas (Spanjaard) y Manu García (Manuwar). De una quedada con unos desconocidos para correr por la sierra de Madrid hace solo unos tres años a tenerlos ahora como gente muy cercana, muy "de los nuestros". Y, como en otras ocasiones, a los "amigos-corredores" se unen los contrarios y contrarias, corran o no. Con Luis llegó Teresa y con Manu llegó Anne. 

Así que este fin de semana lo importante no era correr, sino todo lo demás. Hemos tenido la suerte de poder disfrutar de ellos cuatro durante casi cuarenta y ocho horas y, el sábado por la noche, también de Marian, la ya conocida como "Lidlesa" (por motivos obvios). 

Lo hemos pasado en grande. Nos ha dado tiempo a visitar las Tablas de Daimiel, Almagro y el Castillo de Calatrava la Nueva. El resto del tiempo lo hemos empleado en comer, beber y charlar. (Bueno y un ratillo que echamos Luis Arribas y yo trotando por la Atalaya) Aquí os dejo una muestra para que se os pongan los dientes largos.

¡Ya estamos deseando que vuelvan!

Aprovechando un contraluz
Manu, Luis y Anne por las pasarelas de las Tablas de Daimiel
Así, sin preparar
Qué delgaditos se nos ve
En "Casa Toñi" (Almagro)
Luis Arribas encantado con el azul manchego (añil de toda la vida)
Paseando por Almagro
La sonrisa de Anne, los dedicos de Luis y la mirada heavy de Manu
Como un grupe de pop-folk
Besitos de JAN en El Corregidor (Almagro)
En "Carmen-Carmen" desde un lado
En "Carmen-Carmen" desde el otro lado
En el Castillo de Calatrava la Nueva
Los niños pasan de las explicaciones de Luis
Saliendo
Romanticones
JAN tocándole el "pirulo" a Guti
Luis, haciendo como que hace gachas
¡Al ataque!
Jorge cree que no habrá suficientes Perlembachers
La tarde fue magnífica
Primeros entrenamientos de un CxC
Feliz con un chorizo (JAN, claro)
Pequeños CxC disfrutando de la migas
Lebreles CxC
Los últimos de Filipinas