2 ago 2016

Gredos 1 - CxC 1

Memorias del primer día en Gredos por "El Interino"

Me piden alguno de los CxCs fundadores que haga un relato de mi primer día de escapada montañera con ellos desde mi recién estrenada condición de CxC interino. Se qué no voy a estar a la altura de las crónicas que he leído en el blog ceporcerino,  pero intentaré que por lo menos no chirríe mucho.

Lo primero q pensé cuando vi llegar al Jordi a la rotonda del helicóptero donde había quedado en que me recogiera a las 6.25 h del viernes en cuestión, es que no nos merecíamos ir en semejante y nuevecito todoterreno full equipe, que íbamos a parecer putos montañeros de verdad. Jorge llegó, como no podía ser  de otra manera,  mascullando entre dientes algo así como que "hostias, joder, su puta madre, que llegaba un poco tarde por que le había surgido nosequé de última hora". Viniendo de Jorge, unas disculpas en toda regla.

"El Interino"
El siguiente en subirse al carro debía ser Luis, el presidente de Washington, al cual tenía ganas de conocer un poco más a fondo, ya que hasta ahora solo le había visto tomando cervezas (muchas), y por los chascarrillos y anécdotas que unos y otros me habían contado en nuestras salidas correcampistas que hacemos para poder ir luego a un bar. Mi primera gran decepción con el fue que no estaba puntual como de un presidente se puede esperar. Ni siquiera que respondiera al teléfono ni a la llamada al timbre de su portal. Bajó a los 20 minutos, diciéndonos que perdonáramos, que se había dormido. Así, tal cual, el presidente.

Quique sí que estaba esperando en el sitio convenido, con su flamante mochila Salomon 20 l nueva, en la que yo dudaba que le cupiera todo lo que habíamos acordado, por que mi mochila abultaba  por lo menos el doble y pesaba como si se me hubiera metido dentro alguna vecina mientras esperaba el ascensor. Entre unas cosas y otras íbamos a salir casi tres cuartos de hora más tarde de lo previsto.

Con estas, salimos rumbo a la sierra de Gredos.

Tras meternos un poco con Jorge por no haber tenido la previsión de traer la música adecuada, Quique se quedó tronchao con la boca abierta en el asiendo de atrás mientras Luis daba alguna que otra cabezá.

Llegamos al sitio convenido (convenido por ellos, que yo iba de interino en prácticas y pensaba portarme bien, ir a donde me llevaran y comérmelo todo como un niño bueno) donde íbamos a dejar el coche los 3 días (eso creíamos), nos ensilamos unos montaos de panceta y lomo, cargamos el agua que nos cabía y enfilamos para el monte.

Er monte es nuestro
Aún nos las pintábamos felices
Los primeros 10 kms (unas 3 horas) todo fue coser y cantar, qué bonico está el campo, échame una foto en esta roca y cosas así... Hasta qué me di cuenta de que la suela de una de mis zapatillas Salomón x pro del 2003 nuevas se había despegado completamente y la llevaba abierta hasta casi la mitad de la planta del pie. 

Con estas zapatillas nada podía salir mal
En mi inexperiencia, casi me lo tomé a broma, hasta que vi la cara del Presi, que no era de broma, en absoluto. Tras probar una chapuza con cinta aislante, Luis me recomendó, amablemente, que me diera la vuelta, cogiera el coche y fuera al pueblo más cercano a comprarme unas zapatillas en condiciones, que con esas iba a poner en riesgo la expedición. Quique, en un ataque maternal que hizo que se me saltaran las lágrimas, dijo que cómo iban a dejar que se fuera el niño solo, no fuera a perderse o a darle un yuyu (que dicho sea de paso era ya la 1 de la tarde y hacia un calor de muerte), y que puesto que éramos 4, lo más sensato sería que dividiéramos el grupo en 2 y él me acompañaría a mí en lo de comprar las zapatillas, que a saber cual me compraba si me iba solo...

Dicho y hecho, nos separamos en parejitas y Quique ( a partir de ahora mamá) y yo nos dimos la vuelta y desandamos o desanduvimos  lo que habíamos hecho. Tengo que decir que en el fondo( y en la superficie) agradecí enormemente el gesto de mamá Quique, ya que le tengo mucho respeto al monte y todavía me considero un piltrafilla de estas cosas, y aunque sé que Luis me mandaba sólo porque a él le parecía una minucia, yo no veía tan claro hacer el camino de vuelta sin equivocarme en ninguna senda y hacer el recorrido en 5 o 6 horas en lugar de en 3.

El equipo Pokemon
El caso es que durante el retorno a Quique se le encendió el gen competitivo y determinó que debíamos llegar no en 3 horas, si no en 2 y media y que incluso si me atrevía, corríamos un poco. Yo en ese momento me sentía bastante culpable por hacerle perderse parte de la ruta tan chula que se habían planeado para ese primer día, y desoyendo a la vecina que llevaba metida en la mochila, le dije que vale, que corríamos. Y eso hicimos. Imagino que mirándome desde atrás solo se me verían mis patillas de gorrión pegadas a ese mochilón saltando de piedra en piedra, tratando de seguir a mamá pato, que encima, ahora que no me oye, se ha puesto en forma, el hijoeputa.

Ultrarunner enjuagándose
El caso es que llegamos en el tiempo previsto (previsto por Quique) y decidí que a tomar por culo los bocadillos chiclosos que teníamos previstos para la comida del día, y que lo menos que podía hacer era invitar a comer a aquel gañán que había querido acompañarme, a una comida de mesa y mantel. La ensalada campera, lentejas y secretos nos supieron a gloria. El café quisimos tomarlo en Monbeltrán, a unos 15 kilómetros, donde el posadero nos había dicho que encontraríamos una tienda de deportes. Llegamos a la conclusión que dicha tienda de deportes debía ser de su sobrino por lo menos, porque nuestra sorpresa fue grande cuando, al llegar, vemos el rótulo de la tienda "PAPELERÍA Y DEPORTES" y sólo se vislumbraba desde el escaparate (porque no abrían hasta las 6 y eran las cuatro y media)  mochilas del Real Madrid y algún balón de fútbol. Y yo que iba pensando en esportivas ...

Tras buscar por internet decidimos ir a Arenas de san Pedro, que parecía haber 3 tiendas de deportes y en alguna habría algo. Al final, para no enredarme más, terminé comprando las únicas zapatillas de trail que tenían de mi número, unas adidas kanadia con goretex, que seguro que en La Mancha me viene muy bien, por la que me soplaron casi 100 pavicos muy ricos.

Lo siguiente en el plan trazado era ir en coche hasta la plataforma de Gredos, dejar el coche en el parking y subir hasta el refugio donde íbamos a pasar la noche con Luis y Jorge.

Estos dos sí se esforzaron
El tiempo estimado hasta el refugio, según la red de redes era entre 2 y 3 horas, pero Quique decidió que qué cojones, que esto lo hacíamos nosotros en menos de 2 ( porque además, si no lo hacíamos así, corríamos el riesgo de quedarnos sin cenar, que el cierre de la cocina era a las 22.30 y el toque de silencio es bastante estricto en los refugios de montaña, que la gente allí son de mucho madrugar y eso)  y se puso a imprimir un ritmo como si no llegara a tiempo a pasar un control del ultra trail del montblanc ese que hizo. Vamos que me llevaba con la lengua fuera, pensando seriamente decirle a quien cojones se hubiera metido en mi mochila que ya estaba bien, que se bajara de una puta vez. Quique, que me veía con cara de renegado, se puso a darme una master class sobre positivismo y actitud en las carreras de larga distancia. Para colmo, en una de las fuentes del camino me había inflao a beber agua fría como el corazón de Luis (todavía me reconcomía el hecho de que me hubiera querido apartar de su lado, echándome sólo  a los lobos, con tan sólo 10 kms de común travesía), que me cayó como un tiro en el estómago. 

La verdad es que no me duró mucho tiempo. Enseguida me rehice y pude disfrutar como se merecía de las vistas de Gredos que teníamos delante. La bajada a la Gran Laguna, donde está el refugio Elola donde íbamos a pasar la noche es, simplemente, espectacular. Bajamos los últimos kilómetros alegres y contentos, cual cabritillos de monte, deseando ver a nuestros amiguetes, darnos una ducha, cenar y si eso, tomarnos una cerveza. Nuestra sorpresa fue grande al comprobar que nuestros compis no habían llegado y nos quedamos un poco descuadrados, porque dudábamos de que hubiera en su camino algún bar que les hubiera hecho entretenerse. Nos duchamos con agua fría de las montañas al aire libre (eran casi las 10 de la noche), obsequiamos con la vista de nuestros culos a quien quiso disfrutarlos y nos pusimos con ropa limpia a esperar a que llegarán los que faltaban. No esperamos mucho. A los 15 minutos decidimos que ya estaba bien, que teníamos hambre, que los espaguetis tenían una pinta estupenda y que nuestro compañerismo no daba para más. Si creyéramos en esas cosas hubiéramos dicho que nos supieron a gloria bendita. Quique además se enjaretó  una bandeja de lomos en salsa de la cual yo solo cogí 4 y nos bebimos las ¡primeras! cervezas del día. 

diosss
Cuando ya estábamos empezando a preocuparnos de más, porque la noche se había echado totalmente encima, y los montañeros que iban llegando no tenían ninguno el porte estilizado ni el encare sonriente que intuíamos traerían los nuestros, pedimos a la cocinera que les apartara por caridad cristiana un par de platos de lo que fuera, antes de cerrar la cocina. Nos íbamos a salir a tomar el fresco fuera para ver si los veíamos llegar y pensando en cómo repartirnos sus pertenencias, cuando los vimos entrar en el refugio, sudorosos como si hubieran hecho algo, blancos como una pared y sin casi poder ni hablar maldecían no se qué de unos putos piornos ( todavía no me quedó claro lo que son) , que se habían quedado sin agua, que habían estado a punto de beberse sus propios orines y lindezas de esa calaña. Vamos, que se habían perdido, que no tienen ni puta idea de utilizar un GPS y que qué duro es el monte, eh, Luis? Y tu querías dejarme sólo EH, LUIS? QUE YA CASI SE ME HABÍA OLVIDADO, EH, LUIS?

Poco más queda que contar de ese primer día. Tomamos unas pocas cervezas ( nos más que otros, que yo en esto también soy interino), dormimos en una de las 3 habitaciones del refugio, la denominada " Los hermanitos" junto a otras 20 personas (si, 24 en total)... Bueno al final resultamos ser 23, porque Quique no soportó el calor y después de dejar empapados de sudor su parte de colchoneta y su cojín, cogió su saco y el plumas y se fue a dormir al fresco de Gredos.

Para finalizar, debo reconocer, y más viendo lo que nos venía en los siguientes 2 días, que fue una decisión acertada la de Luis de hacerme volver al pueblo más cercano a buscar otras zapatillas, que ni de coña hubiera aguantado con las que llevaba y seguramente me hubiera perdido cosas espectaculares como la subida al Almanzor, a casi 2.600 m de altitud y alguna otra cosa que hicimos también y que dejo que sea otro, si quiere, el que os la cuente, pero os adelanto que han sido 3 días espectaculares por el paisaje y por la compañía.


¡Qué bien lo pasemos!!!