4 may 2012

De Fuente el Fresno hacia Villarrubia de los Ojos

¿Qué podíamos hacer un 1 de mayo Luis y yo?

Pues eso, despotricar de la reforma laboral, de la posible ineficacia de las medidas adoptadas por el gobierno, de las teorías que mantienen que la rigidez del mercado laboral es la que determina que en epocas boyantes la tasa de paro en España sea superior a la del resto de Europa o de aquellas otras que mantienen que nuestro ordenamiento constitucional establece un sistema de relaciones laborales que debe proteger el empleo, impidiendo que se sacrifique el existente por uno futuro e incierto.

¿Mamarrachadas? ¡Sin duda!

En nuestro descargo diré que solo hablamos de esto durante el camino que separa Ciudad Real de Fuente el Fresno. Aún así, nos dio tiempo para poner a los políticos (a los de ahora y a los de antes) como hoja de perejil...

Fue llegar a Fuente el Fresno y, por arte de birlibirloque, dejar de ser dos rancios leguleyos para convertirnos en alegres y ufanos corricamperos con el único objetivo de disfrutar del entorno, de la carrera y de la compañía. Y, por cierto, ¡qué bonito estaba el campo!

 

Comenzamos a correr justo al final del pueblo, por la última calle a la izquierda que sale de la carretera que une Fuente el Fresno con Villarrubia de los Ojos. Nada más empezar, comenzamos a ascender por un camino liso como la palma de la mano. Pasamos por delante de una explotación ganadera y, a los pocos metros el camino comienza a difuminarse para convertirse en senda, una senda preciosa que discurre a media falda y que es absolutamente corrible mientras asciendes poco a poco, viendo a tu derecha la llanura manchega. A partir del kilómetro 1 la senda avanza con ligeras subidas y bajadas casi imperceptibles. En el kilómetro 1,5 se atraviesa un cortafuegos (que terminamos subiendo a la vuelta).
Este es el cortafuegos que se cruza sobre el km 1,5
Luis mirando hacia la llanura desde el pie del cortafuegos (km 1,5) 
Se sigue ascendiendo poco a poco (ni te enteras) hasta el km 3,2 y desde ahí, se baja suavemente hacia un precioso valle.
Bajando al valle
Una vez abajo, se gira a la derecha, se corre al lado de un olivar y, al llegar a un cruce de caminos, se gira a la izquierda por otro camino liso y en perfecto estado hasta llegar al km. 4,8. En ese momento te encuentras con la puerta de un fincón, de esos que imponen, pero solo unos metros antes, a la derecha, se ve una senda que comienza justo allí y se dirige, al lado de la valla de la finca entre jaras (ahora en flor), hacia el santuario de la Virgen de la Sierra.

La senda discurre al lado de la valla,
pero ésta no se ve (por suerte) por la vegetación
Esa parte estaba preciosa. Tanto que Luis se emocionó y tuvo que parar a disfrutar de las flores (siempre hay tiempo para el romanticismo en este club) La senda tiene dos pequeños ascensos y descensos muy corribles. Nos cruzamos con unos ciclistas y, después de un poco tiempo, antes de llegar al km. 7 volvimos a salir al camino que llega en menos de 600 metros al santuario de la Virgen de la Sierra.
CxC en versión romántica
Allí nos tomamos unos sandwiches de salami y queso y de paté y queso que nos supieron a gloria. No los necesitábamos, pero no somos capaces de salir a correr por el campo y no comer. Ése va a ser el secreto de nuestro éxito...

Pasamos a echar un vistazo al Santuario con ánimo de curiosidad, que no de recogimiento. No sabemos cuándo, pero aquéllo tenía pinta de fiesta, porque estaba lleno de banderines típicos de romeria de por estos lares.

CxC en versión monacal

CxC en versión segurata
Desde el santuario sale un camino muy "apañao" hacia Villarrubia de los Ojos, perfectamente marcado al coincidir con la Ruta del Quijote. Nosotros solo corrimos otros tres kilómetros para llegar a diez, dar la vuelta y hacer en total veinte.

De vuelta al santuario de la Virgen de la Sierra (ruta del Quijote)
Por tanto, el camino de vuelta fue en la misma dirección pero en sentido contrario. Lo mismo, pero al revés, diréis. Sí y no. Si el camino es ancho y abierto puede ser, pero cuando la senda es estrecha, con mucha vegetación, sube, baja y serpentea, la vuelta parece completamente distinta. Donde no apreciabas piedras al subir, surgen al bajar, cuando pensabas que subías más, bajas menos... Las cosas del campo, que tienen su aquél...
saliendo de la senda pegada a la valla
Subiendo desde el vallecillo
Rodeamos nuevamente los olivos, subimos desde el verde valle y corrimos por la primera senda hasta llegar al cortafuegos que habíamos cruzado al principio.

Justo allí, al llegar al cortafuegos, Luis tuvo que pronunciar las palabras mágicas masculinas por excelencia: "¡No hay huevos!" - dijo. El antídoto del miedo, de la pereza, del desánimo del hombre. ¿Que no había huevos? No nos quedó más remedio que subir. Andando, pero a buen ritmo. Son apenas 150 metros de desnivel, pero la cosa a mitad de camino se empina (con perdón) y se convierte en pared, terminando en roca que hay que subir sorteando (casi escalando) para llegar a la cima.
Justo donde señala el dedico de Luis empieza lo malo
El pobre Luis subía tan "conectado" que se olvidó de respirar (o algo así) y se desfondó. Paramos un momento, se tomó una barrita, unas gominolas, se recuperó y, por fin, llegamos arriba.
Desde el principo de las rocas viendo lo que ya habíamos subido
Desde arriba las vistas eran impresionantes. Si se mira a la llanura (hacia el Sur) puedes ver las Tablas de Daimiel (en la foto de arriba en la parte superior izquierda). Si se mira hacia el Oeste se ve Fuente el Fresno y una pequeña cadena de cerretes que no se aprecian desde abajo.
Detrás, Fuente el Fresno. Delante, el ganso de Luis
Por cierto, allí nos encontramos la cruz de la muestra. No podía ser más grande... Lo que es el sacrificio... ¿Quién la subiría allí?
La gran cruz y el pequeño Luis
Ya solo quedaba bajar por el otro lado. Y bajamos y bajamos, hasta que Luis, como si le hubieran dado un tiro, cayo delante de mí de mala manera. No se si se tropezó con algo, si le falló algún pie, la conexión vista-marcha o la junta de la culata, pero se dio un trompazo (que diría mi hija) de aupa.

No quiero contar qué pasó (porque me da la risa y por respeto al accidentado). Solo diré que me prohibió hablar mientras se retorcía de dolor. Solo decía "¡cállate, joder, cállate!. Debe ser que mi voz producía mayor dolor que el que sentía en la rodilla izquierda, parte del cuerpo que se agarraba sin parar de decirme que me callara. También diré que, en ocasiones, su gesto se tornaba tranquilo y despreocupado, para después, volver a hacer muecas de dolor, indignación y rabia a partes iguales. También diré que blasfemó y que me trató mal regular. Lo entiendo, yo no podía parar de reirme. Sería la risa floja fruto del nerviosismo que me entró al oirle decir: "tendrás que ayudarme a bajar" (pensé que tendría que cargar con él). Al final, cuando dejó de blasfemar y quejarse echó a correr como si tal cosa (las cosas de Luis y su principio de trastorno bipolar). Atravesamos una pedriza y cogimos un sendero lleno de hierba fresca y verde que hizo las delicias de nuestras articulaciones hasta llegar al pueblo.



Al final, 20 km preciosos, unos 600 metros de desnivel positivo que pasaron sin sentir (salvo los 150 metros del cortafuegos) y algo más de dos horitas netas corriendo por el campo sin que todo aquello nos costase ningún TRABAJO,  a pesar de ser DÍA 1 DE MAYO.

RUTA EN WIKILOC: PINCHA AQUÍ

2 comentarios:

Daniel dijo...

Bonitos paisajes y una cronica muy detallada,parecía que estaba corriendo con vosotros.Espero que tu compañero este recuperado del todo de su caida (mal amigo,mira que reirte así) aunque reconozco que tiene su gracia....bastante. En cuanto al minimalismo,contentisimo,pero no lo aplico ni en la comida ni en las cervezas solo en el correr.
Salu2

CorriendoporelCampo dijo...

Luis ya está perfecto (bueno, o lo más perfecto que puede y le deja la naturaleza...)
Me alegra mucho saber que eres de nuestra cuerda (en lo del comercio y el bebercio; lo de los pies es lo de menos)