4 dic 2012

CxC en remojo

Sábado. 9:00 horas. 1º C.
Luis, Jorge y el menda lerenda.

Hoy tocaba hacer una ruta sencilla por el campo. Una de ésas que diseña Luis para que formen parte de otra más grande para hacerla cualquier día del tirón, como le pasó con la INTEGRAL DE LAS TABLAS (desde Ciudad Real a Villarrubia de los Ojos, pasando por Calatrava la Vieja y las Tablas de Daimiel).
Miiiiiii tesoooooorooooo  (o de cómo cuida LUIS su mapa)
Esta vez salimos en dos coches hacia la localidad de Aldea del Rey. Allí dejamos uno para no tener que hacer ruta de ida y vuelta. Volvemos con el otro hasta las ruinas de los antiguos baños de Fuensanta en la carreterra CM-4111, km. 12. 
El camino empieza aquí, en este lado de la carretera, frente a esa puerta
Nada más dejar el coche junto a la carretera, nos alcanza un vehículo todoterreno para indicarnos de forma muy educada que por aquel lado estaban cazando. Les decimos que queremos cruzar el río y que no nos alejaremos de éste hasta llegar a Aldea del Rey. Nos dicen que entonces no tendremos ningún problema con los cazadores, pero que no podremos cruzar por el siguiente puente porque hay mucha agua. Cuando les decimos que iremos a patita, concretamente corriendo, nos dicen que entonces sí podremos pasar. Uno de ellos no salía de su asombro. O eso o es que había salido la noche de antes. Tenía un careto…

Nos despedimos y empezamos a correr. En un kilómetro y medio más o menos tendríamos que llegar al río y, nada más cruzarlo, giraríamos a la derecha para seguir la Ruta del Quijote por la margen derecha. Después tendríamos que volver a cruzar a la izquierda para llegar a nuestro coche.

En principio estaba todo controlado.

El día era fantástico. El ambiente era frío, pero el sol empezaba a calentar.

Nada más empezar a cruzar el río, Luis metió uno de sus pies en el agua, lo que le contrarió bastante. Se autoinsultó con insultos muy insultantes y nosotros, como no podía ser de otra forma, nos reímos escandalosamente.

La ruta empezaba a ser muy bonita.  A nuestra derecha, el río Jabalón. A nuestra izquierda, cerretes y cerretes que hacen serpentear suavemente el agua.

Todo está verde, muy verde.

Pasamos al lado de grandes fincas, con portadas y vallas que cuestan mucho más que nuestras casas. Una de ellas tiene incluso una zona perimetral de césped. ¡Y que hay crisis! Será para algunos…

Al poco vimos un refugio de pescadores muy coqueto y muy bien conservado con un cartel que ponía “respetar el sombraje y su entorno”. El sitio estaba limpio y parece que lo utilizarán no solo para resguardarse, sino también para echar un bocado o un trago, porque tenía mesa y asientos.


Seguimos. El perfil es prácticamente llano, menos por una zona de suaves toboganes que, en algunos tramos, están cubiertos de piedra.



Más adelante, llegamos a un bosquecillo precioso dónde sacamos el mapa para orientarnos. Había un cruce de caminos y no sabíamos por dónde ir, si seguir el instinto o el cartel de la ruta que parecía ir hacia el lado contrario a dónde queríamos ir. Lógicamente hicimos caso... del instinto, faltaría más.


¡Allí empezó lo divertido!

El agua estaba allí mismo y, con el agua, el barro

Cruzamos una viña inundada y, al final, nos dimos de bruces con el Jabalón. No nos apetecía volver por donde habíamos venido. No queríamos volver a correr por un barrizal donde se te metía el pie en el barro hasta el tobillo.

¡Había que cruzar!

1 de diciembre y ¿había que cruzar el río?

Es cierto que ya hemos recorrido muchos kilómetros por el campo, subido montañas, corrido bajo lluvia, tormentas, nieve… Pero nunca habíamos cruzado un río, así sin más. Nunca habíamos metido los pies en el agua adrede al correr o, como en este caso, para seguir corriendo.

No hizo falta decir gran cosa: ¡¡¡aaaaaaaaamos!!!
el pez queso
Y lo siguiente fue disfrutar, disfrutar y disfrutar.


No es que lo hiciéramos a propósito, es que el río nos rodeaba de forma que tuvimos que vadearlo en varias ocasiones. La primera fue mojándonos hasta el gemelo, después nos llegó al muslo y a Luis, en un descuido, le subió hasta la cintura.

Risas y más risas.

Y, al salir del agua, para más cachondeo empezamos a correr por el barro de un "sembrao" hasta que Luis gritó: ¡Coño, mi zapatilla! – y cuando se dirigió a coger la zapatilla que había quedado atrapada - ¡Coño, la otra!
con las manos en las zapas o al revés
Se cambió de calcetines y, a los pocos kilómetros otra vez el río.

Antes nos habíamos mojado hasta los gemelos, ahora nos tocaba vadearlo de verdad
Qué bien se cruza el río con los calcetines sequitos...
Por fin llegábamos a tierra firme.

Seguimos corriendo hasta que preguntamos a unos lugareños que podaban viñas por el camino más corto hasta Aldea del Rey. Nos indicaron sin dudar y nos dirigimos, alegres y ufanos, hasta la localidad donde nos aguardaba nuestro coche para llevarnos como unos marqueses hasta donde habíamos empezado y, desde allí, hasta Ciudad Real.

En resumen, 20 kilómetros de disfrute total, entre risas, agua, viñas, caminos de barro y sol y, como siempre, entre amigos.

No me extraña que estemos tan picados con esto y que, quien no lo haya vivido alguna vez, piense que estamos locos.

¡Hasta otra locura! 

3 comentarios:

Daniel dijo...

Como entrenamiento para el duatlon ese que quereís hacer os vino muy bien lo del río. Bonitas fotos.
Sds.

STEPHEN HAWORTH dijo...

Estas historias no tienen interés en comparación con mis aventuras encima de la cinta del Go fit. Si lo cuento un día de estos, lo peto.

montse dijo...

Me encanta quique como disfruto de tus rutas. Q tíos os lo pasais bomba!!!