El otro día Spanjaard escribió un post explicando las razones por las que no le gustó “De qué hablo…”. Yo pienso hacer lo mismo pero sin haberme leído el libro. Vamos, lo que viene siendo una review sin view, de las de toda la vida. Si Jorge hizo una acerca un modelo de zapatillas no sé por qué razón no voy a hacer yo otra de una obra literaria. Por consideración a Mayayo podría llamarlo recensión, que es una palabra más bonita y precisa, pero la verdad es que estoy harto de hacer recensiones. Además, nada de esto cambia el hecho de que la escribo sin haber leído el libro y de que, por tanto, se llame como se llame no tiene ningún fundamento. Si Jorge analizó las Salomon XT Wings 3 habiendo probado sólo las XT Wings 2, yo haré lo mismo con “De qué hablo…” habiendo leído “Kafka en la orilla” y “Tokyo Blues”.
Es sabido que el sol de primavera da gustico, que la propiedad obliga y que Haruki Murakami es un escritor de gran éxito comercial. También lo es que su estilo es sencillo, preciso y fluido. Su escritura es elegante, igual que lo son los despachos de los malos japoneses de las pelis o las cosas que venden en Muji. Uno se siente bien dejándose llevar por la forma en la que aparecen y se suceden temas como la soledad, el amor o el paso del tiempo. Una vez que llevas un rato, alzas la vista del libro y piensas que te apetece seguir leyendo. Y además resulta que el tío no dice estupideces: sigo teniendo localizadas reflexiones valiosas sobre temas tan variados como la muerte o las relaciones entre el genio y la disciplina en los procesos de aprendizaje (en ambos casos por ser previsor). Pero, ay amigo, luego viene lo otro. Resulta que el pollo que sale en los dos libros (a lo mejor eran dos distintos, pero en mi cerebro se han fundido) pone de los nervios al más pintado: su indolencia es insoportable y, sobre todo, ¡cómo es posible que tenga esa actitud hacia el sexo! Eso no se lo cree ni dios, por muy japonés y aséptico que Haruki pretenda que sea (el pollo, no dios). En los dos libros aparece una chica, primero, y luego otra, más misteriosa y cachonda. A estas cuatro ya sí que no las distingo, ni falta que hace.
Veamos entonces. A “De qué hablo…” le doy un punto porque seguro que el estilo sigue siendo elegante. Le doy luego otros dos porque, al tratar de lo que piensa cuando corre, seguro que contará cosas interesantes. Van tres. Por el tema del sexo le quito medio. En principio le quitaría más pero al imaginarme al prota (supongo que el propio Haruki) corriendo no creo que en este caso sea tan relevante. Dos y medio. A esto le quito otro punto porque supongo que no saldrá la chica misteriosa y cachonda, y si sale será animando a Haruki una vez pasado el muro del kilómetro 32 y no dispuesta a resolver el enojoso problema de Kafka. Total, un punto y medio. Con esa valoración, la próxima vez que me pregunten, como hizo recientemente mi tío Carlos, si había leído “De qué hablo…” seguiré respondiendo que no, que, aunque no tengo prejuicios (!) contra el libro o el autor, por ahora no lo he puesto en el estante de próximas lecturas.
Hasta la próxima. Seguid atentos al blog porque con CxC, ya lo sabéis, uno se divierte y aprende.
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