4 sept 2017

FRENTE A LOS ENGREÍDOS, FRENTE A GREDOS

Nuestro querido Lidl se ha despachado con un post de los de "agárratelosmachossipuedes". Y todo por haberse corrido (con perdón) "El guerrero de Gredos" junto a nuestro amantísimo Presidente. ¿Será este post el motivo de que esta carrera se prohíba el año que viene? ¿Será que en los avituallamientos daban algo más que agua? Ahí lo tienen. Juzguen ustedes mismos. Las reclamaciones al maestro armero.

 
No cabe duda: Correr da que pensar. Al mismo corredor (homo es sapiens postrunning) y a los que no corren. Increíble pero cierto. Genera preguntas y respuestas absurdas, bucles de convencionalismos. Y te llegan a decir que "para que corres, si aunque corras te vas a morir" (¡anda coño!) Efectivamente, aunque corra me voy a morir ¡y bien a gusto! Y si es en la placentera resaca de un ultratrail mejor que mejor, lo firmaba ahora mismo.
Ruindades como esa me han llevado a pensar en el tema de la eternidad, porque, vete tú a saber, ¿y si yo antes corría con la intención alevosa de ser eterno y no me había dado cuenta? Es increíble como en el capitalismo pervive el existencialismo más descarnado y la preocupación por la vida ajena. No se me ocurre mejor manera para contestar a una ruindad tan precisa que divagando sin escrúpulos.
Pienso a bote pronto y a bocajarro que el Santo Grial de la eternidad es una vulgaridad de deseos postizos. De esfuerzos ridículos. De convencionalismos. El deseo fatuo de vivir por siempre que desdeña la realidad satisfactoria de vivir bien. Cantidad inconmensurable frente a calidad: ahí le gusta merodear al subconsciente colectivo. Me viene un consejo que sólo es hablar en voz alta: intenta ser todo lo Nada que puedas. Pon tu ego al nivel del polvo del camino y de la brisa que renueva los valles de la sierra.
Sí, suena cursi. Pero es lo que eres, ruin existencialista. Y es que la verdad suele ser simple y poco sofisticada, incluso ridícula. Quizá por eso nos cueste tanto aceptarla: percibimos la evolución como un aumento de la complejidad. El homo sapiens postmoderno es pretencioso pese descreído. Mala mezcla, mal cálculo para precisar objetivos. 
La verdad nunca está de moda, pues no se amolda a intereses contingentes y particulares. Lo convencional mola más, tiene pinta de tatuaje de honor, y suena rotundo y oportuno, suena a debate de investidura antes de Podemos, a palabra de cuñado precedida de cita literaria y subida al altar de lo políticamente correcto. Lo convencional no te toca los cojones, es el ensayo-error donde el único error que se discrimina es la falta de rentabilidad. 
Y, en lo que me toca, a mi, personalmente, no me sale ser rentable. Quizá por eso mi vicio sea el polvo del camino, y las brisas de las montañas, y las bajadas técnicas. Sin cursiladas y con agujetas. Me va retozar en un detalle de calidad aunque suponga ir contra sueños de abundancia.
Y les digo a los confiados y convencionales, a los aduladores de la mortandad ajena, que también tengan cuidado porque aunque no lo sepan, y ni siquiera lo imaginen, la verdad es muchas cosas y, entre ellas, variable. Sí: Variable. Y cuando menos se lo esperen les puede tocar las narices, a ellos también, dichosos mortales. Hasta los que dan por hecho o pregonan verdades absolutas, aunque lo nieguen o lo escondan, van adaptando y variando sus significados (casualmente siempre en provecho propio) 
Variar o desvariar, esa es la cuestión.
Pues eso, hay que decirlo alto, la verdad es variable. Y otra cosa sobre todas las cosas: Inoportuna.
Variable e inoportuna, que se lo digan a los dinosaurios.
Ya os he dado un consejo sin pretensiones de cumplimiento, que admite recurso y que suena cursi (hasta que te salen las agujetas y pareces de todo menos un romántico) No esperéis que os pida disculpas por ello, me quedan cosas peores que deciros, malditos existencialistas siempre de la vida ajena.
Ahora paso al consejo rutilante: no hace falta que inventes nada. Y cuando digo nada es nada.
A los dinosaurios no les hizo falta y, en todo caso, les habría dado lo mismo.
Da por seguro que no vas a ganar todas las apuestas que le hagas a la vida, al menos no las ganarás en forma de trofeo. Ni de chaleco de finisher. Reconocerás a un impostor porque tiene cara de recién condecorado, aunque tenga ojeras de las copas de la noche anterior. Y porque nunca se ríe aunque se esté riendo. La cara de estreñido es opcional y puede ser síntoma de otras cosas. Esos tipos si que hacen eterno cada minuto.
Por cierto, los dinosaurios corrían, vaya que si corrían. Eso sí, cada uno a su paso. Y había hasta alguno vegano, qué asco. 
Pero centrémonos en mis consejos, en mi autoayuda (desahogo) porque ayuda, ayuda a ti, creo que poca. Ese género es otro tema. Quién escribe es esencialmente egoísta, aunque se camufle. Y siempre le sienta mejor a él escribir que al lector leerle.
Paso al consejo espiritual: sé consciente de que ganar es algo tan relativo como la derrota.
"¿Es esto realmente espiritual?" - Piensa ahora el lector.
"Pues..." - Con cara de no sé que decirte, o de que lo dije por decir.
Aprender y disfrutar es el único camino que te hará fiel a ti mismo (mientras no seas pastor de algo o tengas disciplina de voto) Los griegos lo llamaban "meraki"
Ganar y perder, finishers y losers, son divisiones de conciencias débiles que sólo saben mirar el reloj o la cuenta corriente. 
Efectivamente, estoy enjuiciando al planeta entero. Pero con la nula fe de la divagación, lo cual me hace inimputable.
Simplemente, aprende y sigue. Y disfruta. Y huye de casi todo menos de ti mismo.  Si te quieres sentir especial limítate a encontrar tu pasión, respeta tu instinto.
Pensaba en contestar a los existencialistas hablando de correr (y en todo caso de los dinosaurios), me motivaba también mi decepción con la reciente lectura del libro de un ídolo y el viaje al "Trail El Guerrero de Gredos" del pasado sábado. De un ídolo del tema de correr por la montaña y de un Trail con título que incita a la batalla. Y no sé si todo esto tendrá algo que ver con ambas cosas, o lo que me falten sean páginas, y diseccionar y ordenar. Creo que todo este follón es culpa mía por pensar (¡a estas alturas!) que "decepción" e "ídolo" son cosas distintas. Y que una "carrera" no es una "competición".
Intentaré ser más preciso, aunque la eternidad me espera por correr.
Una cosa es la sana competencia y otra la comparación permanente. No mereces o desmereces más ni menos de lo que eres, nada más allá de tus sensaciones y de tus ganas. El Libro Guinnes de los Records es un libro hecho para no leerse, una especie de enciclopedia del delirio universal.
No hace falta llegar a tanto. Simplemente, salirse de las convenciones sociales exige respuestas o, mejor dicho, provoca preguntas absurdas. Pero no te distraigas demasiado en esas cosas. Preocúpate primero de ser valiente y, luego, luego, piensa alguna respuesta si te queda algo de tiempo (y si te queda dinero mejor aún) Yo hoy he sacado algo de tiempo para contestar, así que si algún existencialista de la vida ajena ha llegado hasta aquí, que aguante un poco más, por favor, ya queda poco.
Realmente tengo claro que correr me hace feliz, que me hace sentir libre. Pero, ¿qué es eso de sentirse libre realmente? ¿Ser capaz con 38 años de bajar corriendo una montaña como si estuviese jugando en el parque con 8 años? Pues sí, sin duda, entre otras cosas.
Tendemos a considerar los grandes conceptos con demasiada responsabilidad, con tanta abstracción e idealismo que los convertimos en algo lejano, inalcanzable, en ciencia ficción. Vemos "grandioso" como opuesto a "simple". Vemos la "satisfacción" como una meta difusa tras una carrera de culpas, comparaciones y responsabilidades. Los calices, santos griales y similares mecas están enjoyados de frustración los mires por donde los mires, ¡copón bendito!
Cada vez tengo más claro que lo que no puede enseñarse con ejemplos no existe. Y si ese ejemplo no te emociona es inútil. Lo que no puede demostrarse o sentirse mediante una acción es mentira, hasta que se demuestre lo contrario. ¿Qué tendrá que ver el que uno corra con su condición de mortal? 
No hay mayor error que condicionar la vida por ideales que no se sabe a donde nos llevan o, ni siquiera, si nos llevan a alguna parte. Llenar el "horror vacui" de nuestro espíritu es el mayor riesgo de nuestras vidas, y no cabe mayor error que rellenarlo con la vida de los demás. 
Alguna vuelta le he dado a qué es esa libertad que se atribuye a la sensación de correr, a su desarollo y resultado. Eso sí, he sido consecuente y vago en esas reflexiones. Sobre todo vago. Hasta los 38 años no había sacado ninguna reflexión confesable. Las prisas no son buenas ni corriendo. 
Llegó un punto (casi desde el principio) en que me dieron igual las preguntas capciosas de los sorprendidos. O de los envidiosos. O de los obtusos. Ésta ironía la aviso, no quiero que me malinterpreten:
Una ironía: Mi más sincero agradecimiento a la gente que se preocupa por mi salud por el hecho de que corro.
Y a la vez os regalo una verdad por si os confunde el Instagram.
Una verdad: Recordar que Ironman es una metáfora, un copyright o un superhéroe.
Mírate al espejo (¡copón de nuevo!)
Creo que entre esa ironía y esa verdad, se encuentra la libertad con que entiendo la simpleza de correr. Y puede que ahí estén condensadas casi todas mis respuestas que me veo incapaz de precisar más o mejor.
Porque o lo ves, o no lo ves. Y hay cosas que no se suplen con unas gafas graduadas. Es imposible dar coherencia al descreído que sólo pregunta para refirmarse o despreciar. Y a mí, ¿qué más me da? ¿Pregunto yo por tus rutinas, costumbres o aficiones?
No, tu no me sorprendes. 
Y quizá la felicidad sea tan simple como si fuera, vete a saber, sinónimo de ilusión, y la podamos hasta medir en base a la capacidad que tengamos para sorprendernos o reírnos.
Yo, cuando corro, me sigo poniendo (con perdón) cursi y burro al mismo tiempo, y siento que pongo mi ego al nivel del polvo del camino y de la brisa que renueva los valles de la sierra (¿a qué ya te suena distinto?)
Y corro un Trail que se llama "Guerrero de Gredos"  como si estuviese huyendo de la batalla y escondiendo el dorsal, y a la vez admiro a la organización y a los amables voluntarios.
Por cierto, gran carrera, hecha con atención y cariño en un entorno increíble. Para repetir el año que viene y pasar de la advance de 22 km a los 45 de la extreme. En la agenda queda este reto y el pueblo de Candeleda. 

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