Era sábado por la mañana y Luis dijo que esa tarde había que correr. Está conectado pensando que el 15 de mayo correremos la IX CARRERA POR MONTAÑA DE CUENCA para estrenarnos en el mundo del trail-running o, como preferimos decir nosotros, para iniciarnos en la competición de correr a tronchalindes o, en su defecto, a tronchamontes.
Sabíamos que no íbamos a correr mucho porque había que celebrar el segundo cumpleaños de Paula, así que decidimos (por eso de la concentración) juntarnos a comer con las contrarias y los vástagos. Y María (muy concienciada con la comida light) nos preparó unas lentejas de saltársenos las lágrimas con su chorizo y su "trocito" de tocino (suficiente para calzar y poner derecha la Torre de Pisa). Como sería de tierno el mazacote que se deshizo por completo en el caldo de las legumbres dándoles un sabor y un olor para resucitar a un muerto. Además, con tal cantidad de materia grasa, evitamos las típicas escoceduras y rozaduras producidas por la fricción de, por ejemplo, las tetillas, la parte interna de los muslos, las axilas y otros menesteres, ya que al correr no sudábamos, sino que nos engrasábamos continuamente de detro hacia afuera para alivio de nuestro cuerpo serrano. Es lo que se conoce como natural vaselin o vaselina natural (algún día saldrá un artículo en runners world sobre esto, ya lo veréis)
El caso es que estuvimos corriendo unos cuarenta minutillos, recorriendo unos siete kilómetros de constantes subidas y bajadas por el parque forestal de La Atalaya. El campo, como siempre, precioso. Nosotros, también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario