14 sept 2012

La sierra de Villarrubia de los Ojos 08-09-12

El pasado sábado, día 8 de septiembre, conforme al CALENDARIO CxC, teníamos que darle a las canillas para recorrer el campo y, concretamente, la sierra de Villarrubia de los Ojos.

En principio estábamos apuntados Luis, Jorge y el menda lerenda, pero con la historia del calendario, también se apuntó Julián Amores que, desde que probó la droga campera en la I Carrera Popular por el Campo "Villa Fernán Caballero" no es capaz de imaginar un trote asfáltico, poligonal, ni -en general- urbano. No podía ser de otra forma.

Todo se desarrolló conforme al guión establecido y dentro del horario previsto. A las 7:30 en CR. A las 8:30 en el depósito de agua de Villarrubia de los Ojos. Justo a esa hora aparecían, además, unos jóvenes un poco escandalosos que se dirigían en coche hacia nosotros. Sacaban las manos para saludar. ¡Otros chalaos que se vienen a correr con nosotros! - pensamos. Sin embargo, al acercarse más pudimos comprobar que no nos saludaban, sino que bailaban dentro del coche apurando la fiesta que duraría, como poco, desde el viernes por la noche. ¡Qué recuerdos! Nosotros también éramos normales antes... (Cuando me refiero a nosotros excluyo a Julián, soltero de oro archiconocido en las provincias de Toledo y Ciudad Real, sobre todo de noche, aunque también hay quien dice que hay un tipo muy parecido a él que trabaja en una entidad bancaria en la ciudad imperial, pero éste es un tipo serio, claro).

¡Al lío! 

Después de los recuerdos, los anhelos y los falsos mensajes entre nosotros del tipo "a mi ya me apetecen otras cosas", "yo ya estoy harto de eso" o "yo ya no lo hago porque no quiero" empezamos a correr a ritmo cansino evocando, quizá, aquellas mañanas resacosas de tiempos lejanos (en el caso de Julián lo de "tiempos lejanos" debe sustituirse por "semana pasada")

Justo antes de arrancar.
El de la postura de jubilado es Luis.
El de la mochila del cole es Julián. El resto es Jorge.
En muy poco tiempo nos pusimos a subir al tran-tran, sin prisa pero sin pausa. Y lo que era una fresca mañana se convirtió en un día de calor.

No es la época más adecuada para disfrutar del campo, pero la zona es muy bonita.

Pronto dimos (esta vez sí) con la puerta de entrada a la vía pecuaria, una vía pecuaria poco utilizada, llena de vegetación y piedras que no debe estar muy transitada por ciclistas. Los ciclistas suelen abrir sendas que nos vienen de perlas a los trail-runners (suelo decir corredores -incluso carreristas- campestres, pero soy un "tocapelotas" y sé que esto de los anglicismos forzados le pone de los nervios a MAYAYO, ;-) ¡Un saludo, Sergio!)

Jara, chaparros, un ciervo, otro, cuatro, piedras, más piedras, subir, subir y, ¡coño! ¡una bajada! ¡qué bien!. ¡Ah, es que nos hemos equivocado, por ahí no es!. Vuelta a subir para subir un poco más y, de recompensa, llegar a la tablilla de "vía pecuaria" para poder contemplar unas impresionantes vistas de la llanura manchega.

¡Qué buena pinta tiene el de naranja...!
Encontramos otra indicación de "vía pecuaria" que bajaba, pero preferimos una pista más a la derecha que seguía subiendo. Y subimos para seguir disfrutando de la vistas. Al sur, la llanura. Al norte, más monte y monte sin rastro de carreteras, tendidos eléctricos, construcciones... Seguimos disfrutando. Cruzan una cierva y su cría. Ahora un cortafuegos. Nos encontramos con una valla. Paramos, contemplamos, un trago de agua y unos chascarrillos. Julián es un gran fichaje. No solo sube y baja con total facilidad, sino que además es un tipo simpático y muy gracioso (aún no pienso hablar de su facilidad para ensilar gin-tonics)

¡Québonitostálcampo!
Por fin toca bajar. Jorge toma la delantera, después Luis, luego yo y Julián detrás. Bajada larga y con desnivel, de las que machacan los cuádriceps.

Justo cuando mejor lo estaba pasando, mi tobillo falla. Torcedura y cojetá de las de llenarte la oreja de tierra. Tengo que reducir velocidad por el dolor cada vez mayor. Al final de la bajada me esperaban mis colegas para ver qué pasaba. Jorge sacó un spray de frío, me lo echó en el tobillo, seguimos un rato andando y, al momento, el dolor pasó. A seguir corriendo. Es lo que tiene ser un tipo fuerte, además de atractivo...

Pronto llegaríamos al llano, dejamos una casa de labor a nuestra derecha, cruzamos el cauce de un arroyo, vimos otros dos ciervos y otra vez a subir hasta ver otro cartel de "vía pecuaria" que parecía ir por un cañón hasta el cartel que habíamos visto arriba, pero preferimos coger la pista más a la derecha que parecía subir más arriba. Subir, subir, subir sin parar hasta casi completar "el ocho" que se ve en el mapa de la ruta. 

Y cuando ya estaba todo subido tocaba volver a bajar hasta llegar a las puertas de la casa (mejor dicho, casoplón, de la finca "Valparaíso". Nos habían dicho que una vía pecuaria pasaba justo por delante de ésta.
Sin embargo, salió a nuestro encuentro un malhumorado guarda que nos recriminó con muchas voces y poco tacto nuestro atrevimiento a pasar por allí. Le dijimos que creíamos que íbamos por la vía pecuaria y él nos contestó que él también creía que... le iba a tocar la lotería. ¿¿¿???

Rápidamente nos preguntó si llevábamos mapa, a lo que contestamos que no. Creo que, como en las aventuras de "Dora la Exploradora" ésa era una de las palabras clave. Si hubiéramos dicho lo de "el mapa, el mapa, el mapa, el mapa" con ese ritmo cansino de los dibujos animados no hubiera pasado nada.

Pero el guarda se creció. Como no llevábamos mapa, la vía pecuaria no iba por allí.

Nos contó que había tenido discusiones con ciclistas del pueblo (de Villarrubia, se entiende), que le habían cortado la valla en varios sitios, que en internet había mucho listo y, para rematar, nos dijo con muy malos modos y con mucha chulería que él era mucho más ecologista que nosotros, sin que nosotros nos hubiéramos decantado por esa opción siquiera.

Yo, después de todo aquéllo, me jugué el tipo y le pregunté: Pero... bueno, entonces... ¿la vía pecuaria pasa por aquí, por delante de la casa, no? El guarda ni contestó. En aquel momento de despiste, conseguimos que nos abriera la puerta de salida de la finca que daba al camino que nos llevaría de nuevo a Villarrubia de los Ojos.

Al final, algo más de 17 kilómetros y unos 1.500 metros de desnivel acumulado durante dos horas y tres cuartos por el campo, incluyendo paradas, torceduras de tobillo y chapa-charla con el guarda de Valparaíso.

(Julián, no pienses que somos unos bronca-runners, que esto no nos había pasado nunca)

Ya solo quedaba volver a Ciudad Real para asaltar "Comestibles ELOY" y repostar con bocata de jamón y cerveza fresquísima en plena calle. Si es que somos unos perro-flauta-runners...

Gestionando los bocatas en "Comestibles ELOY". Por cierto,
¿se me ve el cartón o es el brillo de mi pelo?
Recuperando


7 comentarios:

spanjaard dijo...

Yo creo que sí, que es cartabón.
Hártelo mirar.

SPJ, ende la distancia.

Anónimo dijo...

El mejor avituallamiento final, unos litros de cerveza compartidos con los amigos ;-) me suena!!

Daniel dijo...

Bronca, botellón...., se están poniendo interesantes las salidas.

Antonio Morales dijo...

Vais a tener que patentar el bocata con la cerveza en plena calle... Buena tirada, por cierto.

Montse Molina dijo...

Jope primo, esto es una novela!. Espero la siguiente salida.Estoy enganchada!!!!

CorriendoporelCampo dijo...

Luis, empezamos a tener menos pelo que un litro de vino!
Iván, la cerveza siempre isotónica, eh?
Daniel, Antonio, es que somos un poco pandilleros..
Prima, me alegra mucho que te entretenga!

Anónimo dijo...

cuando vais a subir otra vez??yo he subido pero no me piyo ningun guarda tampoco llegue tan lejos pues iva solo