1 dic 2014

PISTO con MAGRAS de la abuela Concha (una RE-CxC-TA casi, casi, pero casi -aunque solo casi- vegetariana

Parece pisto con magras, pero no...
Si el pisto fuera "CxC" llevaría más aceite, mucho más. Y no llevaría cebolla
¡Esto sí es pisto CxC!
Que un CxC no come paisaje es un axioma como el Cimborrio de la Colegiata de Toro (o como nos hacía más risión allá por el pleistoceno de nuestro COU al señor presidente y a servidor, “El cimborrio de toro de la colegiala”). Como además vivimos en el Carpe Diem del ácido láctico, necesitamos una ingesta desproporcionada de otros alimentos.

Pero como nuestras economías no están en todo lo alto, ni las cuerpas pueden comer solo chicha (bien del mar, bien del campo, bien del aire, bien de lata) y además somos manchegos, no podemos evitarnos algún punto de encuentro con esa cosa llamada verduras. Eso sí, procuramos darle un toque sabrosón como en el caso de la gustosísima receta que hoy nos acompaña: el nunca suficientemente venerado PISTO CON MAGRAS de mi señora madre, la abuela Concha.

Estamos ante un chupinazo calórico aceitoso y de profundos sabores manchegos que fue capaz de epatar al exigentísimo paladar del maese Luis Arribas en una magníficamente documentada quedada gastronómica. Si queréis leer las impresiones del maestro, podéis pinchar AQUÍ. 

En fin, pasen a la cocina y prepárense para echar un rato largo que el recetario manchego exige siempre al menos dos horas de dedicación, mimo, y tino.

Al lector más reincidente -el pobre- no hay que insistir en que al que suscribe le gusta cocinar de la manera más natural posible y eso se aplica tanto al origen de los productos como a la propia indumentaria, a ser posible en pelotas y solo cubierto por un mandilón para evitar salpicaduras que bien pudieran suponer un problema de salud de índole menor, pero bastante indecente y de comprometedor relato al galeno. No todos los días llega uno con el membrete magullado por las salpicaduras de aceite y pimiento a urgencias y cuando lo hace no tiene ganas de explicaciones, créanme. En el peor de los casos te pueden decir que le falta sal y la lías gorda.

Dicho lo cual, al lío, que es gerundio.

Hay que pertrecharse de un sartenón. Y cuando un manchego dice un sartenón hagan el favor de tomárselo al pie de la letra. Uno no se pone a hacer pisto para una tapa. Hay que perpetrar al menos un kilo y para eso hay que echar mucho pimiento.

Abrimos una cerveza y le endiñamos un generoso lingotazo, que hace calor (el pisto se hace en verano sí o sí. Si estás en el hemisferio sur y te piden en pleno enero unos amigos argentinos que les hagas un plato típico de tu tierra les plantas una migas que ya explicaremos cómo se hacen, coño ya, que no estamos nada más que a las tonterías). 

Con el sartenón esperando impaciente nos liamos a cortar pimiento. OJO, el pisto manchego lleva pimiento verde, tomate, sal, azúcar y aceite. NADA MÁS. Luego se puede adornar con alegrías como en este caso serán la pimienta, las magras y -Ou yeah madafaka!- unos huevos fritos.

Pimiento verde a espuertas y picadito fino y a cuchillo. Si oigo que alguien enchufa la thermomix o cualquier otro parato parecido dejo de escribir.

Ponemos aceite generosamente en el sartenón para que el pimiento se pueda freír a su amor (o sea, "mu despacico") y de manera uniforme. Yo en este punto suelo salar el pimiento pero se puede hacer también al final. Aquí se pueden agregar también un par de guindillas, cosa muy aconsejable, porque el pisto bravido es mucho más apetitoso y pide más pan y cerveza, cosa que se agradece como excusa para la desageración hidratante.

A fuego medio se van haciendo los pimientos que han de recibir de cuando en vez un meneo de espumadera.

Cogemos una cantidad pareja de tomates muy maduros, pelamos, trituramos y, cuando el pimiento lleve unos 20 minutos soltando lo mejor de su propio ser, lo agregamos junto a su poquito de sal y una cucharadita de azúcar. Aquí empieza la magia. Poco a poco el tomate se va uniendo al pimiento y mientras le vas dando meneos con la espumadera (o un cucharón de madera mejor) va perdiendo agua hasta llegar a formar una plasta que, si bien visualmente no es demasiado apetecible, al paladar es un gustazo. Para llegar a ese punto hay que estar -como poco- otra media hora dándole palos al asunto. De otra manera los sabores no ligan y el apaño puede quedarse pastoso.

Probamos de sal, rectificamos como Talant Dujshebaev en sus años mozos en caso necesario y a esperar el último ingrediente a fuego flojito, flojito (otra vez "a su amor").

Paralelamente salamos las magras de cerdo, las freímos a fuego alto y las añadimos al pisto para que den un último calentón (con perdón).

El pisto en sí, a mi no me parece un plato, pero es una tapa excepcional y un acompañamiento inmejorable para unos huevos fritos o lo que se os ocurra, majetes.


Ale, a darle al diente.

5 comentarios:

Juan dijo...

Siento ser un poco tocapelotas (aka mosca cojonera), pero en la foto que encabeza tan gustosa entrada me parece atisbar un trozo de cebolla, si la vista no me falla.
¿Algo que alegar al respecto?. No sé si el maestro @spanjaard_ habrá observado tal detalle.
En cualquier caso, tomo nota de tan excelsa receta.
Un saludoT

CorriendoporelCampo dijo...

Querido Juan, tal y como se indica en el pie de foto, ésta no corresponde a la creación culinaria elaborada por la Sra. Concha. Parece un sinsentido, pero gracias a la licencia bloguera, evitamos que a nuestros queridos y sensibles lectores se les salten las lágrimas con el espectáculo estético que supondría la imagen del auténtico pisto con magras de la Sra. Concha. Una cosa es que enseñemos el modus operandi gastronómico de la familia CxC y otra cosa bien distinta es hacer daño de forma gratuita al demostrar que por mucho que se empeñe uno, o se es la Sra. Concha o no hay Dios que haga un pisto como ella.
No obstante, gracias a su ojo avizor y al detalle con el nos mira, ha ganado Ud. una buena tapa de pisto de la Sra. Concha que podrá canjear cuando lo tenga a bien y haya pisto. Y si no hay, se hace.
Para un lector que se fija hasta en los dibujos...

CorriendoporelCampo dijo...

Juan, te pongo debajo de la foto del "no pisto" otra que, aunque sin ser de la abuela Concha, es de Marisol, experta cocinera CxC. La foto no es buena, pero el pisto sí. Esta vez no verás cebolla, ni ajo, solo pisto. Ni las magras lleva. Ahora, eso sí, mira como rezuma el aceite. Si no sobra aceite, es que solo se ha hervido. Espero vayas haciendo hambre...

Juan dijo...

Voy bajando a por el pan...

Unknown dijo...

Para cuando las judias con perdiz??