17:00 horas. Frío de esos días en los que el grajo vuela bajo.
Ahí estábamos Luis y yo dispuestos a hacer unos kilómetros a la vera del río Bañuelos desde el puente de Peralvillo (a mí me parece que PeralVillo queda mucho mejor que PeralBillo).
El paisaje estaba precioso. Mucho más que nosotros.
Menos mal que esto solo lo ven los cercanos. ¡Qué pintas, madre!
Hicimos unos cuatro kilómetros y medio de ida (llegando a ver la torre de la iglesia de Fernancaballero) y otro tanto de vuelta.
Varios caminos salían a nuestra izquierda, lo que hace que tengamos ganas de volver a "investigar".
Hay sitios donde merece la pena parar y sacar una fotito.
Habrá que repetir para sacarle partido a la ruta.
Quizá otro día que no le duela a Luis la rodilla. Aunque para las fotos se pone chulito, con sus característicos cuernos (en la mano, por supuesto)
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