7 jun 2011

Me llaman cabezón, pero es mentira


Simplemente, se me había atravesado: todos los días, mañana y tarde, paso en el tren junto a este cerrete que, según te acercas desde Ciudad Real por la carretera, deja de serlo para adquirir la categoría de montañaca. Tenía que doblegarla.

 













Q. y J. se negaban a venir conmigo, cualquiera sabe por qué, así que el sábado, aprovechando que el uno estaba enfermo y el otro, además, de viaje, me acerqué a Malagón. Al llegar pregunté a unos simpáticos lugareños que practicaban ilegalmente el arte de la pesca de cangrejos de río cuál era la mejor manera de subir y, con su ayuda y algo de esfuerzo (por supuesto, todo está convenientemente vallado), encontré el sendero de acceso. Comencé a correr e hice toda la ascensión del primer cerrete (que es el que se ve en la foto) a medias corriendo y andando. Después un segundo cerrete, casi todo corriendo, e incluso un tercero. La vista era espectacular y yo me quité el mono de la sierra de Malagón, que me miraba mal.


 
 













Había una razón más: me tengo que poner las pilas porque los dos fiebres ya están haciendo unas distancias más que considerables y, aunque seguiré estando muy atrás, no puedo amamonarme. Menos aún después de que me dijeran con cariño que habían decidido que mi sitio estaba en el equipo B. Ya que no hay equipo B, sólo quedan dos posibilidades: o hago yo mismo mi propio equipo o confío en que Q. venga todos los días acebollinado o, al menos, con resaca. Quizás no deba preocuparme.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡El equipo B!! ¡¡Pero qué cabrones!!
Les vamos a tener que meter droja en el colacao o algo para que se les bajen un poco lo humos a esos que dicen que son tus amigos...
¡¡Feos, malos, pezte, pezte!!

Pues quién voy a ser, su mujer.

Quique dijo...

Oye, tú, L. (que al parecer te gusta lo del anonimato, como a los delicuentes) por qué levantas falsos testimonios?
Lo del equipo B no es cierto.
Ni Jorge ni yo (Quique) hemos dicho nada de eso.
Ah! y nosotros jamás nos escondemos detras de unas siglas...
Quién algo teme, algo debe...