Esta foto no "pega" nada aquí, pero está claro que Ramón quería salir en plan chulito... |
La ruta empieza al lado de la N-401 (Ciudad Real-Toledo), justo en el camino que sale a la izquierda (sentido Toledo), nada más pasar el cruce de Urda.
Habíamos quedado a las 7:45. A las 8:30 estábamos allí.
Empezamos a correr con una temperatura ideal (con un ligero y fresco viento). No habíamos completado los dos kilómetros cuando, de repente, un movimiento sísmico sin precedentes dejó a todo el mundo acojonado. Bueno... a todos, menos a mí. No sé cómo coño lo hice, pero en la parte más plana, lisa y acondicionada del camino me torcí el tobillo derecho, dándome un hostión de los llamados "de campeonato". Al caer, rodar e incorporarme como un resorte (no porque no me hubiese hecho daño, sino porque me jode mucho mancharme y la tierra en aquel lugar era muy rojiza) pude ver cómo un pastor corría hacia mí moviendo la cabeza de lado a lado y con los ojos en blanco, como pensando "este modorro se ha matao". El dolor era fino como si me clavaran una aguja a mala leche, pero, después de unos minutos, aquello no se hinchaba, lo que en nuestra más que contrastada experiencia en diagnósticos traumatológicos significa que no había ocurrido nada grave. Como suele ser habitual los demás me decían que si quería seguir andando, que si lo dejábamos o que si nos quedabamos allí a esperar qué pasaba. Habíamos ido a conquistar esa montañaca y la conquistaríamos...
Así que empezamos a correr (despacico, eso sí) y a subir y a subir y a subir. Al principio Luis se quedó un poco rezagado. Ramón y yo seguimos juntos, aunque por poco tiempo. Rápidamente pude comprobar como los gemelos de Ramón (que más que gemelos, yo creo que son trillizos o cuatrillizos) empezaban a quemar madera, subiendo aquellas pendientes como si fuese montado en unas escaleras mecánicas. ¡Qué gustico da verle correr!. Y yo que parezco... (mejor véis la descripción que se ha hecho de mí en el apartado de MIEMBROS -con perdón-) Así que, como si estuvieramos enfadados, corrimos cada uno a nuestro ritmo aquel camino que nos llevó a lo más alto del pico, donde se encuentran unas antenas que, aunque destrozan el paisaje, son las que permiten que pueda llegarse hasta allí por una ruta tan bien conservada.
Juntos nuevamente nos hicimos las fotos de rigor, echamos un trago, nos comimos unas barritas energéticas y, sobre todo, disfrutamos de las impresionantes vistas (a un lado, Ciudad Real; al otro, Toledo). Una maravilla.
Luis y yo dándole la espalda a Toledo |
Ramón de espaldas a Ciudad Real |
Tras la polvisca, el vehículo ya "en marcha" |
Gracias, Chema, por el descubrimiento.
Recorrido marcado por el GPS |
Perfil |
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