3 jun 2011

Carta del presidente

La situación en la que me encuentro durante este periodo de incertidumbre tiene carácter mítico: así como el reino de dios se encuentra ya entre nosotros, pero todavía no, yo mismo he sido nombrado por aclamación como vuestro presidente, aunque ese nombramiento -al igual que la propia corporación-, a pesar de su indudable corrección sustantiva, no ha adquirido aún la eficacia que le es propia y que sólo desplegará una vez inscrito en el oportuno registro público.

Llego a estos pensamientos a raíz de una duda que, verdaderamente, me atenaza: pese al acierto del nombre propuesto conjuntamente por nuestros compañeros Q. y J., capaz de aunar precisión, irreverencia, modernidad y un indudable buen gusto, yo me inclino por mantener en el nombre de nuestra asociación la cabecera de este blog. Y en esta tesitura me planteo si sería necesario someter a vuestro juicio esta opinión o si, por el contrario, sería más adecuado asumir la responsabilidad que me habéis encomendado y elegir yo mismo, directa y unilateralmente, el nombre que a mí me pareciera mejor, librándoos así de la penosa carga que supone ejercer directamente vuestros derechos de participación democrática directa.

A ello se opondría, en apariencia, el hecho de que mi nombramiento no se ha perfeccionado todavía de acuerdo con todas las exigencias y requerimientos previstos en la legislación vigente, pero lo cierto es que ese molesto inconveniente fue resuelto por Ulpiano hace ya casi dos milenios, cuando se planteó la siguiente hipótesis:

"Barbario Felipe, siendo esclavo fugitivo, solicitó la pretura en Roma y fue designado pretor. [...] ¿Qué diremos en el caso de que siendo esclavo hubiere desempeñado la dignidad pretoriana mientras lo ocultó? Lo que edictó, lo que decretó ¿carecerá quizá de validez?, ¿o la tendrá por la utilidad de aquellos que demandaron ante él en virtud de la ley o de otro derecho? Y pienso en verdad que nada de aquello debe invalidarse, pues esto es más humano, dado que el pueblo romano también pudo encomendar a un esclavo este poder, pero siempre que hubiera sabido que era esclavo, lo habría hecho libre. El cual derecho se ha de observar mucho más respecto del emperador (Ulp. 38 Sab.)" [D. 1, 14, 3].
Nada se me podría, pues, oponer en caso de que decidiera ejercer mi derecho. No obstante, debido a que soy de talante liberal he preferido limitarme a trasladaros mi opinión como si, efectivamente, tuviera el mismo valor que la vuestra.

Ahí lo lleváis.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Y digo yo: ¿quién coño le dijo a Luis que iba a ser él el Presidente?
Y si alguien lo pensó... después de este post tan... relamido... ¿sigue pensándolo?
O alguien lo remedia o este tío nos hunde el chiringuito antes de que nos demos cuenta.

Quique dijo...

Genial! Me partía al leerlo pensando qué diría la gente cuando lo lea.

Anónimo dijo...

Lo de correr os está afectando a la cabeza... Estáis cada día más colgaos. Cada uno en su estilo, ¡¡pero muy colgaos!!
La Presidenta.

CorriendoporelCampo dijo...

A la presidenta se le ha subido el cargo a to lo alto. Afirmo. ¡Qué irreverente para con sus súbditos!