2 jun 2011

De Valverde a la Laguna de Peñarroya

Hoy voy a contaros lo que hicimos este martes, 31 de mayo. Habíamos quedado a las 8:30 de la mañana. ¿Un martes a las 8:30? Pues sí. Para eso era el día de Castilla-La Mancha.
Pensaréis que hace mucho que no posteabamos nada, pero os aseguro que no es porque nos hayamos estado tocando las gónadas. Por ejemplo, el domingo 22 salimos Jorge, Luis y yo a las 11 de la mañana desde Poblete, pasando por la finca "Villadiego" y, a la verita del Guadiana, con intención de llegar a la antigua central hidroeléctrica y fundición de mediados del siglo XIX llamada "El Martinete", a la que no pudimos llegar como consecuencia, sobre todo, del calor; Otro ejemplo, el martes 24 por la tarde nos fuimos Jorge y yo a darle a las canillas cerro de Alarcos arriba, cerro de Alarcos abajo. Así que no ha sido falta de kilómetros, sino de ganas de darle a las teclas y es que... si no escribo yo, aquí no escribe ni Dios (para los que creen en él) ni Perry (para los otros)...
Ésta refrescante instantánea es del día 22, camino de "El Martinete"
Bueno, a lo que iba...
Como casi siempre, llegué a casa de Jorge a las 8:30 en punto, pasados quince minutos. Y nada más llegar me sorprendieron (Jorge y Raquel, los dos) con un folleto (con perdón) de una carrera por etapas de tres días por el Desierto, en Marruecos: la "Desert Run", en la que se corre tempranico para, por la tarde, poder turistear, comer, beber y disfrutar con algo más que con las piernas.
Después de ponernos los dientes largos, salimos pasadas las nueve de la mañana con cuerpo de jota y muy pocas ganas de correr, tanto que antes de salir nos dimos la vuelta y nos montamos en el coche para intentar evitar las rutas habituales desde Poblete para hacer algo distinto que nos motivase en lo que parecía un día aciago.
Llegamos a Valverde y empezamos a correr con la piernas acartonadas dirección a la Laguna de la Posadilla . En cuanto pudimos nos desviamos hacia la derecha, dirección a la Casa de la Posadilla, hasta llegar a la carreterilla que une Corral y Alcolea. Desde allí se ve un repetidor al que ya hemos subido alguna vez. Como queríamos variar nos metimos por un camino que salía justo al lado de la carretera que subía al repetidor y cuando nos dimos cuenta la cosa comenzó a empinarse (¡upsss!... quiero decir el camino o la senda) por encima del repetidor, hacia la derecha, por un paisaje bastante apañao y, sobre todo, desconocido para nosotros, lo que nos animó bastante. Seguimos subiendo más, más y un poco más, hasta llegar a una zona en la que el desnivel nos obligó a seguir andando unos veinte metros para poder correr después, hasta ver unas rocas. "Cuando lleguemos a ellas paramos, echamos un trago de agua y vemos hacia dónde seguimos"-dijimos. Como íbamos subiendo, sufriendo, sudando, apretando los dientes, no nos fijamos en lo que iba quedando a nuestra espalda, pero cuando paramos nos quedamos sorprendidos... y encantados. Y dijimos nuestra típica frase: "Qué bonito está el campo", acompañada de otras interjecciones del tipo "¡Qué pasada!", "¡Joder!" o "¡Cagonlaputadoros!".
Mirad la cara de tontos que se nos quedó
A que en vez de correr parece que habíamos ido a encalar los muros de una finca.
Menudas pintas...
Allí arriba sacamos unas barritas, echamos un trago y disfrutamos del paisaje. Bueno, y escurrimos las gorri-boinas que llevábamos empapadas.
Mirad el paisaje que se ve abajo y al fondo
Y cuando miramos al otro lado... ¡Sorpresa! una laguna... Luego vimos un panel informativo que, como su propio nombre indica, nos informó de que se trataba de la Laguna de Peñarroya, cráter de un volcán, que las piedras que habíamos visto eran una colada del citado volcán, etc., etc., etc.
Ahí tenéis la Laguna de Peñarroya
Así que... rápido descenso hacia la laguna. El paisaje que atravesamos era precioso, sobre todo una parte de camino entre monte bajo (bueno, aunque era monte bajo, era más alto que Jorge...)
Aquí, aunque igual de tontos, parecemos un poco menos pintores...
Llegamos hasta la laguna y nos paramos a intuir que aquella ruta tenía más posibilidades y que no tenía por qué terminar allí. Pensamos que sería bonito recorrer los montes que la rodean, pero aquéllo sería otra historia, así que nos dimos media vuelta para volver por donde habíamos llegado, recorriendo casi 19 km. en menos de dos horitas.
La cosa no es como empieza, sino como acaba. De un día gris, a un gran día... Un día que, sin duda, nos dará la posibilidad de pasar otros muchos buenos momentos que ya os contaremos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Quique
Ya he leído algo de tu blog.
Qué chula la laguna-cráter, llamada Peñarroya.
Cuando lo he leído al principio, creí que te referías al pantano de Peñarroya, que está al lado de mi pueblo...
Besos.
Cris.

Alfonso dijo...

Quique muy buena narración,pero cuando veo la foto,pinta de albañil si tienes un poco.
Saludos