13 sept 2011

Ruta "El Gigante"


Imagen de la ruta marcada por el GPS
Somos bastante anarquistas en lo que al carrerismo campestre se refiere. Quizá sea nuestro espíritu aventurero el que nos lleva a decidir sobre la marcha por dónde vamos o cuál es la mejor ruta de ida o de vuelta. Así nos pasa… Y eso que Luis, nuestro Presidente, es más metódico y científico… a veces...

Este domingo (11/09/2011) habíamos quedado a las 7:45 de la mañana (debería decir madrugada) sin tener muy claro dónde iríamos. Se barajaban varias posibilidades: La ruta del Gigante (que no conocíamos), la sierra de Villarrubia (que solo había sido “conquistada” una vez por Luis y en solitario) y la sierra de Malagón (conocida hasta cierto punto)

Así que, como no podía ser de otra forma, elegimos –sobre la marcha- explorar la ruta del Gigante, es decir, la que no conocíamos en absoluto salvo por las explicaciones que nos dio uno de los participantes en el Raid Villa de Miguelturra (“en vez de torcer a la derecha para subir la primera cuesta, todo derecho”) y por el mapa que nos envío Luis por e-mail unos días antes, que, lógicamente, nadie miramos.

Esta vez estábamos casi todos: Luis, Jorge, Ramón, yo y… por fin… Paco (ese hombre que corre como un gladiador porque le da la gana… y punto)

Aparcamos en el puente de Peralvillo que cruza la cola (con perdón) del Vicario y empezamos a correr hacia la izquierda, es decir, hacia la presa. Al llegar a una casa que hay al pie del camino, giramos hacia la derecha . Al parecer, es el Camino del Paraíso (no porque conduzca al sitio donde te alojan si le ganas un pleito al Diablo, sino porque lleva a la finca del mismo nombre que, imagino, tomará éste del paraje en el que se encuentra).
Qué contraluz más curioso! Si no fuera porque están meando...
Seguimos rectos, atravesamos una zona con un cartel de “Reserva de Fauna”, corrimos por entre las casas de la citada finca, con unos impresionantes viñedos (muy hermosos, que suelen decir por aquí). Nada más pasar las casas de la finca nos encontramos con un señor sentado en una piedra a la sombra de un eucalipto al que preguntamos si por allí se llegaba al Gigante. Nos contestó, mirando para otro lado, que él no tenía ni idea.  Ni se nos pasó por la cabeza preguntarle más, sobre todo al descubrir la escopeta de dos cañones que tan cariñosamente mantenía en su regazo. No sé por qué, pero avivamos el ritmo.
Paco y Luis venían detrás, así que cada tres pasos volvíamos la mirada para no perderlos de vista por si acaso al armado fulano se le cruzaba un cable. Tampoco sabíamos muy bien si íbamos por camino público o heredad ajena... (que diría Luis; bueno, y el Código Civil). A partir de ese momento (y no habíamos corrido ni cuatro kilómetros) no teníamos ni idea de por dónde teníamos que ir. Así que... corrimos a ojímetro (o lo que es lo mismo, por el sitio contrario al que dice Ramón, que siempre se equivoca). Como había que llegar a un camino y parecía que había que dar mucha vuelta, decidimos cruzar un viñedo (heredad ajena, fijo).
Deliquiendo a la carrera entre viñas
Llegados al camino en cuestión, empieza un recorrido precioso entre monte bajo, pinos, viñas... 
Ahora, eso sí, hay dos cuestas de las llamadas de "hayvalahostia". La primera corrible. La segunda menos. A veces parecía que te ibas a caer. Los pies resbalaban por la pendiente. Ramón, Jorge y yo las subimos como pudimos (unos mejor que otros) y esperamos a Luis y Paco que venían por detrás.

Llegaron, hicimos grupo nuevamente, nos cagamos todos juntos en la madre que parió a las cuestas aquellas, dijimos lo de "¡¡¡qué bonito está el campo!!!" y volvimos a echar el ojímetro para ver por dónde llegaríamos al Gigante. Como llevábamos recorridos 8 km, Paco, en un ejercicio de prudencia inusual en el grupo, decidió dar media vuelta y volver por dónde habíamos llegado. Los demás seguimos lo que desde allí parecía el camino que nos llevaría al Gigante en un periquete. ¡Dos vallas tuvimos que saltar! De lo contrario hubiéramos aparecido en Sebastopol. Encaramos el cerro por mitad del monte hasta que encontramos un camino que, esta vez sí, nos llevó a los riscos del punto más alto de lo que nosotros creemos (que todavía no sabemos) que es "El Gigante". 
Nada más llegar, Jorge exclamó (bueno, mejor dicho, voceó; que Jorge no sabe exclamar muy bien): "Bicho gordo, bicho gordo" Miramos hacia donde señalaba con su dedico señalador y vimos, a unos diez o quince metros de nosotros, un ciervo de tres pares de... cuernos que se alejaba de allí molesto por nuestra presencia. Más lejos divisamos unas cuantas ciervas con sus crías (imaginamos, porque no tenían cuernos; aunque, bien pensado, otros tienen cuernos y no son ciervos...) Después del espectáculo, como nos quedamos con la boca abierta, aprovechamos para echar un trago y un bocado en aquéllos riscos de no sabemos quién.
Punto más alto de "El Gigante"
Seguimos por la cresta y, lógicamente, sin que hubiese camino, senda, ni nada que se le pareciese. Entre jaras y chaparros llegamos a un camino-cortafuegos que nos llevó de bajada hasta un pinar delimitado por una valla que dejábamos a la izquierda. Seguimos corriendo, corriendo y corriendo y la valla no terminaba (¡Vaya!). Teníamos que seguir. Cuando llevábamos casi cinco kilómetros al lado de la valla, casi llegando al borde del embalse del Vicario, nos dimos cuenta de que no la estábamos rodeando. ¡Estábamos dentro!. Así que, nuevamente a saltar la valla cual delincuentes allanadores de predios ajenos (¡y llevábamos tres!).

Mucho más tranquilos ya por camino público corrimos bordeando el Vicario hasta encontrar nuevamente el Camino del Paraiso para llegar, por fin, y después de 24 km, al lugar de partida.

Como ya viene siendo habitual, paramos en El Campestre para hidratarnos convenientemente y reponer fuerzas. Allí estaba Paco (hartico de esperar) con unas cuantas birras de ventaja sobre nosotros.
La misma cara tienen que cuando suben cuestas...
Al final contentos por haber pasado 3 horas y 20 minutos en el campo y casi 2 horas y 40 minutos en movimiento. En total, 24 kilómetros y unos 400 metros de desnivel positivo. Y, como siempre, lo más importante: ¡¡¡lo que disfrutamos!!! 
Perfil marcado por el GPS

4 comentarios:

Pedro Valdivieso dijo...

Ah!!! pero llegó Paco!!!! Estaba yo preocupado. Os habrá contado que me lo encontré en medio de una viña perdidico y sofocaico, haciendo preguntas a extraños.

CorriendoporelCampo dijo...

Pedro, qué lástima no habernos visto!
Así que Paco estaba sofocaico... No nos contó él eso. Nos dijo que tuvo que ayudaros a llevar las bicis por un paso complicado. Que cogió tres a la vez y que de no ser por él, quién sabe qué hubiera sido de vosotros...
Jejeje, es broma...
Los que nos perdimos fuimos nosotros. Mientras nosotros estábamos "encerrados" en un cercao, él se estaba poniendo fino de cervezas... Menudo es Paco!!!

Luis dijo...

Acabo de conocer vuestro blog y me han encantado vuestras rutas de trail. Soy de Ciudad Real también corredor de campo, en solitario, pero me da un poco respeto por si me pasa algo yo solo, a lo mejor me animo a vuestras correrías, si es que tenéis abierto el grupo.
Suelo correr en la zona de Fernancaballero, Congosto, Pantano, la zona de Atalaya hacia el Guadiana por el camino viejo de Alarcos, etc.

CorriendoporelCampo dijo...

Luis, nos encanta que te hayan encantado nuestras rutillas traileras.
Aquí todo aquél al que le guste (1) correr y (2) el campo es bienvenido. Si te animas, ya sabes dónde encontrarnos.
La única pega es que tendrás que ser Luis "Dos", ya que Luis "A secas" o "Uno" es nuestro presidente.
Saludos