Fotografía de KATAVERNO |
Ya somos ultreros, pero ultreros, ultreros…
Y es que nos hemos metido entre
pecho y espalda (¿o debería decir entre pies y cabeza?) los 110 km del Gran Trail de Peñalara (GTP) y sus 5 km p’arriba y otros tantos p’abajo.
Y, además, si nos fiamos de los GPS,
la distancia que hemos recorrido ha sido mayor de la que sale en los papeles. Y
no un kilómetro, ni dos. A mí me salen entre cinco y siete kilómetros más. Y
puede ser que el chisme falle, pero
tanto… Cada vez que llegábamos a un avituallamiento tocaba el botón de “lap” (vuelta) y el siguiente nunca
estaba a la distancia que tenía que estar. Siempre estaba más allá. Así que,
como poco, somos ultreros de más de
110 km, que se dice pronto.
No sé qué contaros, ni si hablaros
de lo que sentí al salir o al llegar, cuando subía o cuando bajaba. No sé si
hablaros del espectacular paisaje nocturno desde la cumbre de la Maliciosa
(2.227 m) o de la impresionante vista desde los caprichosos bloques de granito
de la cresta de Claveles, en Peñalara (2.429 m.).
No sé qué os gustaría saber. No
sé qué es mejor, si hablar de lo deportivo, de lo humano, del reto, de lo
físico, de lo psicológico…
Mejor será no pensar demasiado y
soltar lo que me va viniendo a la mente, aunque sea sin orden ni concierto.
Quizá el correr largo por montaña sea eso. No pensar demasiado, sentir y
disfrutar haciendo lo que haces.
Lo que hemos hecho es, para el
99,99 % del personal, una barbaridad. Y, sin embargo, hasta que no haces una
barbaridad de este tipo no sabes a lo que te enfrentas. No puedes imaginarlo.
No puedes visualizar una carrera con tantas variables desconocidas. No puedes
saber cómo es una carrera con un límite horario de 30 horas, cuando nunca has
corrido por encima de las 10 horas. No sabes lo que supone recorrer 110 km si
solo has llegado a 63 como mucho, ni el esfuerzo que entraña subir y bajar un
desnivel acumulado de más de 10.000 metros cuando solo has superado uno de
6.000. Tampoco se pueden comparar desniveles sin tener en cuenta el tipo de
terreno que se pisa o la proporción entre el positivo y el negativo.
Y, a pesar de que nadie pueda
imaginarlo sin vivirlo, es cierto. Al fin y al cabo lo que hacemos es una
barbaridad, aunque no se sepa de qué tipo hasta que no vives cada uno de los
momentos que se producen durante tanto tiempo y a lo largo de tanta distancia.
Por todo esto, este GTP ha sido,
sobre todo, una aventura. Y, por suerte, ha sido una aventura con final feliz.
Todos, los CxC (Ramón, Jorge, Juan
Carlos y yo), los Quijotes (Toty e
Iván) y el tito Iván Palero (cabesc)
hemos llegado a meta. Además, nuestro Presi
(Luis) y las nuevas incorporaciones CxC
(Miguel y David) también pudieron con el TP60,
terminando los tres con magníficas sensaciones. En definitiva, todos los que habitualmente
nos juntamos para disfrutar corriendo por el campo en nuestra tierra podemos sonreír
al saber que hemos superado el reto que nos propusimos hace unos meses. 100% de
efectividad para los manchegos.
Y de todo lo vivido, lo andado,
lo corrido, lo bebido, lo comido, lo visto y lo sentido me quedo quizá con todo
lo que se aprende en una “locura” de este tipo.
Hoy le decía a Luis Arribas que después
de correr el GTP soy un poco más fuerte.
Sé que soy capaz de estar en
movimiento 27 horas y 11 minutos, recorrer más de 110 kilómetros, aguantar una
noche entera seguida de un día entero, superar que te alcance la segunda noche
en el tramo final, ésa cuya oscuridad se esfuerza en apagarte.
Hoy sé que mi fortaleza reside,
sobre todo, en mi cabeza. También sé que es necesario entrenar el cuerpo para
que éste pueda seguir sus dictados. Y que un cuerpo sin cabeza no llega a
ningún sitio, salvo por casualidad. Que tu mente puede convertirse en un par de
alas o en un pesado lastre.
También sé que puedes cruzar la
meta tú solo y que, a pesar de ello, no podrías haberlo hecho sin los que tienes
alrededor en el día a día, sobre todo los más cercanos. Cuantos ratos les hemos
robado a nuestras contrarias y a nuestros churumbeles… Noches, días, festivos…
He descubierto que la meta no
está al final del todo, sino en el propio camino, en cada metro recorrido. ¡Qué
alegría da llegar! Quizá solo es alivio, pero es tan bonito el antes y el
durante… Cuántos entrenos con los amigos, cuántas risas, chascarrillos,
cervezas de postre. ¡Qué bien lo hemos pasado preparándolo! ¡Qué felices hemos
sido en CxC durante todo este tiempo!
También sé que, a pesar de que
los momentos malos están ahí, que también se viven y que te desesperan, todo
pasa. Y que gracias a esos momentos malos, los buenos adquieren otra dimensión.
Quizá mejor, quizá mayor…
Por eso, a pesar de todo y como casi siempre, he sido feliz en el GTP. ¿Qué más puedo pedir?
Y, además, he recorrido todo este
camino con amigos, con gente que merece la pena, que me agrada, que la estimo,
que la quiero, gente que es capaz de aguantarte durante muchas horas de
alegría, pero también de sufrimiento. Gente que está ahí con independencia de
que la veas o no, de que su ritmo sea mayor o menor. Al final sabemos que
estamos recorriendo el mismo camino. Nosotros (Jorge, Ramón y yo) nos
acordábamos de Juan Carlos y de Luis. Y ellos se acordaban de nosotros. Todos
lo sabíamos. Todos lo sentíamos. Estábamos juntos. Solo nos habíamos separado
para poder llegar.
También he aprendido que, donde
menos lo esperas, encuentras a alguien que sin saber muy bien por qué, hace
algo por ti como si te conociera más, mejor y desde hace más tiempo. Sin buscar
nada a cambio, solo por ayudarte. En Rascafría me sentí arropado, ayudado,
valorado y tratado con mucho cariño por un monstruo
de lo del correr por el campo y por su mujer.
Quiero volver a correr, empezar de
nuevo. Quiero seguir en CxC, que no se vaya nadie, que quien venga sepa que
corremos para disfrutar antes, durante y después.
Quiero seguir creciendo y
aprendiendo mientras corro por el campo.
Quiero más GTPes, se llamen como se llamen.
PD: Me he puesto más tierno que el día de la madre... Voy a
llamar inmediatamente a Jorge para que haga otra crónica al más puro estilo "jorgiano" para meter esto en vereda.
8 comentarios:
Si, si. Te he visto más serio que otras ocasiones en esta crónica, quizá la ocasión lo requería...
De hecho escuchaba de fondo, no sé por qué, la música de Vangelis de 1942, la Conquista del Paraíso. Qué jugadas más raras juega la imaginación.
Chan, tatachán, tatachán...
Esto no lo endereza ya ni Jorge...
Pte.
Noraguena a los tres. Un honor compartir tramos de trayecto con vosotros. Nos vrmos en la sigueinte. Abrazos. Pako.
Si haces mas larga la crónica, acabo llorando.
Y qué razón tienes en todo lo que has puesto.
Mi enhorabuena again.
Qué difícil es esto de las crónicas y conseguir que alguien que no os conoce, como yo, lea hasta el final y sienta una mezcla de envidia y entusiasmo por lo que habéis hecho. Enhorabuena. Dices muchas cosas que llegan.
Me alegro muchísimo por vosotros y por que vuestra experiencia fuera tan buena.
Estuve pendiente de vuestros pasos y esperando (virtualmente) vuestra llegada. Muerto de envidia estaba jajajaja.
Un abrazo GTPeros!!
Que grandes sois!!!!
Enhorabuena!!! chicos de CXC y compañia.Ole, ole y ole!!!
Que sepais que dais mucha envidia sana eh!!!!
Espero que coincidamos en alguna carrerilla por el campo, que siempre es muy grato veros.
Lo dicho ENHORABUENA!!!
Manu, la ocasión lo merecía...
Pako, un honor para nosotros poder compartir kilómetros con vosotros.
Gracias, corresponsal murciano.
Katia, muchas gracias por pasar por aquí y por tus palabras.
Gracias, corredor.
Adrián, pregúntale a Luis y verás que hubo gente corriendo la de 60 a pelo barefutero como tú.
Chicas, muchas gracias. Nos veremos, seguro.
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