3 jul 2013

GRAN TRAIL DE PEÑALARA: Una escuela al aire libre

Fotografía de KATAVERNO

Ya somos ultreros, pero ultreros, ultreros

Y es que nos hemos metido entre pecho y espalda (¿o debería decir entre pies y cabeza?) los 110 km del Gran Trail de Peñalara (GTP) y sus 5 km p’arriba y otros tantos p’abajo. Y, además, si nos fiamos de los GPS, la distancia que hemos recorrido ha sido mayor de la que sale en los papeles. Y no un kilómetro, ni dos. A mí me salen entre cinco y siete kilómetros más. Y puede ser que el chisme falle, pero tanto… Cada vez que llegábamos a un avituallamiento tocaba el botón de “lap” (vuelta) y el siguiente nunca estaba a la distancia que tenía que estar. Siempre estaba más allá. Así que, como poco, somos ultreros de más de 110 km, que se dice pronto.

No sé qué contaros, ni si hablaros de lo que sentí al salir o al llegar, cuando subía o cuando bajaba. No sé si hablaros del espectacular paisaje nocturno desde la cumbre de la Maliciosa (2.227 m) o de la impresionante vista desde los caprichosos bloques de granito de la cresta de Claveles, en Peñalara (2.429 m.).

No sé qué os gustaría saber. No sé qué es mejor, si hablar de lo deportivo, de lo humano, del reto, de lo físico, de lo psicológico…

Mejor será no pensar demasiado y soltar lo que me va viniendo a la mente, aunque sea sin orden ni concierto. Quizá el correr largo por montaña sea eso. No pensar demasiado, sentir y disfrutar haciendo lo que haces.

Lo que hemos hecho es, para el 99,99 % del personal, una barbaridad. Y, sin embargo, hasta que no haces una barbaridad de este tipo no sabes a lo que te enfrentas. No puedes imaginarlo. No puedes visualizar una carrera con tantas variables desconocidas. No puedes saber cómo es una carrera con un límite horario de 30 horas, cuando nunca has corrido por encima de las 10 horas. No sabes lo que supone recorrer 110 km si solo has llegado a 63 como mucho, ni el esfuerzo que entraña subir y bajar un desnivel acumulado de más de 10.000 metros cuando solo has superado uno de 6.000. Tampoco se pueden comparar desniveles sin tener en cuenta el tipo de terreno que se pisa o la proporción entre el positivo y el negativo.

Y, a pesar de que nadie pueda imaginarlo sin vivirlo, es cierto. Al fin y al cabo lo que hacemos es una barbaridad, aunque no se sepa de qué tipo hasta que no vives cada uno de los momentos que se producen durante tanto tiempo y a lo largo de tanta distancia.

Por todo esto, este GTP ha sido, sobre todo, una aventura. Y, por suerte, ha sido una aventura con final feliz. Todos, los CxC (Ramón, Jorge, Juan Carlos y yo), los Quijotes (Toty e Iván) y el tito Iván Palero (cabesc) hemos llegado a meta. Además, nuestro Presi (Luis) y las nuevas incorporaciones CxC (Miguel y David) también pudieron con el TP60, terminando los tres con magníficas sensaciones. En definitiva, todos los que habitualmente nos juntamos para disfrutar corriendo por el campo en nuestra tierra podemos sonreír al saber que hemos superado el reto que nos propusimos hace unos meses. 100% de efectividad para los manchegos.

Y de todo lo vivido, lo andado, lo corrido, lo bebido, lo comido, lo visto y lo sentido me quedo quizá con todo lo que se aprende en una “locura” de este tipo.

Hoy le decía a Luis Arribas que después de correr el GTP soy un poco más fuerte.

Sé que soy capaz de estar en movimiento 27 horas y 11 minutos, recorrer más de 110 kilómetros, aguantar una noche entera seguida de un día entero, superar que te alcance la segunda noche en el tramo final, ésa cuya oscuridad se esfuerza en apagarte.

Hoy sé que mi fortaleza reside, sobre todo, en mi cabeza. También sé que es necesario entrenar el cuerpo para que éste pueda seguir sus dictados. Y que un cuerpo sin cabeza no llega a ningún sitio, salvo por casualidad. Que tu mente puede convertirse en un par de alas o en un pesado lastre.

También sé que puedes cruzar la meta tú solo y que, a pesar de ello, no podrías haberlo hecho sin los que tienes alrededor en el día a día, sobre todo los más cercanos. Cuantos ratos les hemos robado a nuestras contrarias y a nuestros churumbeles… Noches, días, festivos…

He descubierto que la meta no está al final del todo, sino en el propio camino, en cada metro recorrido. ¡Qué alegría da llegar! Quizá solo es alivio, pero es tan bonito el antes y el durante… Cuántos entrenos con los amigos, cuántas risas, chascarrillos, cervezas de postre. ¡Qué bien lo hemos pasado preparándolo! ¡Qué felices hemos sido en CxC durante todo este tiempo!

También sé que, a pesar de que los momentos malos están ahí, que también se viven y que te desesperan, todo pasa. Y que gracias a esos momentos malos, los buenos adquieren otra dimensión. Quizá mejor, quizá mayor…

Por eso, a pesar de todo y como casi siempre, he sido feliz en el GTP. ¿Qué más puedo pedir?

Y, además, he recorrido todo este camino con amigos, con gente que merece la pena, que me agrada, que la estimo, que la quiero, gente que es capaz de aguantarte durante muchas horas de alegría, pero también de sufrimiento. Gente que está ahí con independencia de que la veas o no, de que su ritmo sea mayor o menor. Al final sabemos que estamos recorriendo el mismo camino. Nosotros (Jorge, Ramón y yo) nos acordábamos de Juan Carlos y de Luis. Y ellos se acordaban de nosotros. Todos lo sabíamos. Todos lo sentíamos. Estábamos juntos. Solo nos habíamos separado para poder llegar.

También he aprendido que, donde menos lo esperas, encuentras a alguien que sin saber muy bien por qué, hace algo por ti como si te conociera más, mejor y desde hace más tiempo. Sin buscar nada a cambio, solo por ayudarte. En Rascafría me sentí arropado, ayudado, valorado y tratado con mucho cariño por un monstruo de lo del correr por el campo y por su mujer.

Quiero volver a correr, empezar de nuevo. Quiero seguir en CxC, que no se vaya nadie, que quien venga sepa que corremos para disfrutar antes, durante y después.

Quiero seguir creciendo y aprendiendo mientras corro por el campo.

Quiero más GTPes, se llamen como se llamen.


PD: Me he puesto más tierno que el día de la madre... Voy a llamar inmediatamente a Jorge para que haga otra crónica al más puro estilo "jorgiano" para meter esto en vereda.

8 comentarios:

Manu dijo...

Si, si. Te he visto más serio que otras ocasiones en esta crónica, quizá la ocasión lo requería...

De hecho escuchaba de fondo, no sé por qué, la música de Vangelis de 1942, la Conquista del Paraíso. Qué jugadas más raras juega la imaginación.

Chan, tatachán, tatachán...

Anónimo dijo...

Esto no lo endereza ya ni Jorge...
Pte.

Anónimo dijo...



Noraguena a los tres. Un honor compartir tramos de trayecto con vosotros. Nos vrmos en la sigueinte. Abrazos. Pako.

Daniel dijo...

Si haces mas larga la crónica, acabo llorando.
Y qué razón tienes en todo lo que has puesto.
Mi enhorabuena again.

Katia dijo...

Qué difícil es esto de las crónicas y conseguir que alguien que no os conoce, como yo, lea hasta el final y sienta una mezcla de envidia y entusiasmo por lo que habéis hecho. Enhorabuena. Dices muchas cosas que llegan.

Adrián dijo...

Me alegro muchísimo por vosotros y por que vuestra experiencia fuera tan buena.
Estuve pendiente de vuestros pasos y esperando (virtualmente) vuestra llegada. Muerto de envidia estaba jajajaja.

Un abrazo GTPeros!!
Que grandes sois!!!!

Chicas fondistas de miguelturra dijo...

Enhorabuena!!! chicos de CXC y compañia.Ole, ole y ole!!!
Que sepais que dais mucha envidia sana eh!!!!
Espero que coincidamos en alguna carrerilla por el campo, que siempre es muy grato veros.
Lo dicho ENHORABUENA!!!

CorriendoporelCampo dijo...

Manu, la ocasión lo merecía...
Pako, un honor para nosotros poder compartir kilómetros con vosotros.
Gracias, corresponsal murciano.
Katia, muchas gracias por pasar por aquí y por tus palabras.
Gracias, corredor.
Adrián, pregúntale a Luis y verás que hubo gente corriendo la de 60 a pelo barefutero como tú.
Chicas, muchas gracias. Nos veremos, seguro.