27 may 2014

Correr por OURENSE con "final feliz".

turismogalicia.blogspot.com
Ojala pudiéramos correr grandes desniveles a diario o hacer tiradas largas de varias horas por el campo. Sin embargo, la mayoría del entrenamiento habitual consiste en correr por donde sea. Simplemente. Corremos por donde nos resulta más sencillo, por donde menos tiempo perdemos, por donde menos tardamos en llegar. Aquí, en Ciudad Real, podemos subir a La Atalaya, que nos pilla al lado, es campo abierto, con pinada, monte bajo y hay un pelín de desnivel; o a los Castillejos (en la cercana localidad de Poblete). No hay tiempo para más. Diez minutos en llegar, una hora, hora y media, a lo sumo dos corriendo y vuelta a casa.

En ocasiones, incluso debemos renunciar a lo natural -al trail- y conformarnos con el asfalto por no salir de la ciudad y perder más tiempo. Utilizamos cualquier cosa que se asemeje a lo que más nos gusta. Corremos por parques, paseos, vías verdes..., pero no es lo mismo.

Salvo que vivas en Ourense. 

La semana pasada estuve en casa de MARCOS, nuestro miembro (con perdón) más alejado (geográficamente hablando), el gallego de CxC.

Podíamos haber elegido correr por el campo, pero la propuesta era tentadora para un hombre de secano como yo. Por estas tierras manchegas -acostumbrados al secarral - nos hace especial ilusión todo lo que tiene que ver con el agua (salvo para beber, que preferimos la cerveza).

Correríamos por un entorno urbano, dentro del casco, pero al lado del río Miño. Podría ser lo que en Barcelona han denominado CITY-TRAIL. Pero lo bueno no era esto (que ya lo es), sino que, además, terminaríamos nuestra carrerita en las POZAS DE OUTARIZ.   

Eran las siete de la tarde cuando aparcábamos en las inmediaciones de la pasarela de Outariz, un puente peatonal que une la carretera OU-420 con el "recinto" de las "Pozas de Outariz" (río arriba) y las "Burgas de Canedo" (río abajo), todo ello enclavado en lo que el Concello de Ourense ha denominado ITINERARIO AMBIENTAL DEL RÍO MIÑO.

Empezamos a correr río arriba por el citado itinerario. Le dije a Marcos que debíamos ir despacio porque mi tobillo aún anda un poco flojo y no quería sufrir una nueva torcedura. Nada más salir ya estaba alucinando. Todo verde (cuando aquí en Ciudad Real ya vemos los campos de cereal segados), con el Miño al lado, precioso, caudaloso a su paso por Ourense. 

Correr entre alisos ("ameneiros"), sauces ("salgueiros") y fresnos ("lodeiros") resulta una maravilla para los sentidos.

"¡Marcos, ve más despacio, que tengo el tobillo regulera!"

No era capaz de mirar el suelo para ver dónde ponía mi pie derecho y evitar cualquier torcedura. Mi vista iba de un lado a otro comprobando la belleza de la zona. Múltiples verdes salpicados de grises graníticos, el cielo plomizo, reflejos en el espejo del agua que se rompía con la corriente y con la lluvia que hacía acto de presencia a ratos. 

"¡Qué bonito, Marcos, qué maravilla!"

Hasta vimos una serpiente de metro y medio en el camino de tierra por el que íbamos. Todo era precioso. Hasta la serpiente. La humedad era enorme para lo que estoy acostumbrado, pero daba igual. Disfrutaba de cada zancada, de cada imagen, del olor. Todo está enmarcado entre montañas, en las que se distinguen algunos caminos que suben a las partes más altas. Al lado, ahí mismo, en la olla de Ourense.

En varias ocasiones tienes la oportunidad de cruzar el río para llegar al otro lado y dar la vuelta, con lo que hay varias distancias para elegir un recorrido circular desde unos cuatro o cinco kilómetros hasta un máximo de catorce, la totalidad del itinerario ambiental. 

Nosotros cruzamos por una pasarela peatonal que había a unos seis kilómetros de donde habíamos salido.

Desde la pasarela se podía ver uno de los molinos que se utilizaban antiguamente para moler grano aprovechando la fuerza de la corriente del río.  

Y vuelta por el otro lado. Igual de bonito pero en sentido contrario, aguas abajo. En este margen hay algo más de cemento en los paseos, pero me dio igual. 

"¡Marcos, mira, ahí hay gente bañándose! ¡Qué alucine!"

A lo largo del recorrido, después de pasar el bonito y moderno puente del Milenio y el de Ribeiriño, comenzamos a ver termas y pozas. Primero las "Pozas de Chavasqueira" (de uso público y gratuito), luego las "Termas de Chavasqueira" (Termas privadas de estilo japonés), después vemos la Fonte do Tinteiro y, en el mismo sitio que aparece en el dibujo del principio, vemos como viene el "tren das termas", que realiza un recorrido turístico por la zona, uniéndola con el centro de la ciudad. Lo estamos viendo todo. Más adelante vemos las "Pozas do Muíño das Veigas" (de uso público y gratuito) y con una pintaza magnífica.   

Subimos un repechín y pasamos por la parte trasera de las "Termas de Outariz", un complejo privado con todo lo que puedas desear para darte un gustazo para cuerpo y mente. Y si vas con niños, tienen hasta guardería por horas.

Bajamos lo que habíamos subido y vemos nuevamente la pasarela de Outariz, donde habíamos dejado el coche. En total, casi 13 kilómetros de disfrute absoluto. 

Nos esperaba el "final feliz", la guinda, el acabose, la repanocha...

Chispea, pero cogemos la ropa que habíamos dejado en el coche, cruzamos la pasarela de nuevo y bajamos hasta las Pozas de Outariz. No hay puerta, ni nadie que te pregunte qué vas a hacer, ni dónde vas. Público, público. Gratuito, gratuito. Hay vestuarios y taquillas con argollas para que puedas llevarte un simple candado para poder dejar tus cosas mientras disfrutas sin ayuda de nadie. Un kiosko tiene todo lo necesario para que alivies tu sed. Imagino que, además, podrás picar algo. 
foto: turismodeourense.com
Hoy el día no es bueno. Sin embargo, para mí es absolutamente espectacular. Jamás pensé que ese lujo podría existir.

Había tres pozas. En la primera había dos chavales. En la tercera, uno. Marcos y yo nos metimos en la del medio. 

¡Qué maravilla, Marcos! ¡Tú no sabes lo que tienes aquí!

El agua está a una temperatura ideal. Las pozas, el entorno y todo lo que te rodea está limpio y cuidado al detalle. Chispea agua fría sobre nuestras cabezas, pero nuestro cuerpo está caliente, relajándose.

Después pasamos a una poza de agua fría. ¡La leche! El contraste es brutal, pero solo son unos segundos. Marcos dice que nota como se le relajan más los músculos. Debe ser cosas de hombres del norte. Yo estoy deseando que me diga que volvemos a la calentita. A pesar de eso, hacemos la operación varias veces. 

Anochece. Estamos solos. Todos se han ido. Marcos dice que él se sale ya, pero yo no puedo. Me resisto a abandonar el paraíso. Le pregunto si ve a alguien. Me dice que no y, sin saber si está permitido, me quito todo y me quedo en "pelota picada". Estoy en pelotas en Ourense. Para un "garcía-herrera", "exhibicionistas" por naturaleza (o quizá debería decir "naturales") es el "no va más".

Disfruto unos minutos más. Le digo a Marcos que me haga una foto en pelotas para colgarla aquí, en el blog, pero justo en ese momento se le acaba la batería del móvil. Lo siento, queridos fans.

Salgo de allí como mi madre me trajo al mundo y me ducho con agua fría, al aire, hasta que Marcos me avisa de que una muchachas que se acercan me están viendo. Ellas si han tenido suerte... jejeje.

Cojo la toalla y me seco. No quiero irme de allí... Es un auténtico lujo, una maravillla... y gratuita. El concepto de lo público en estado puro. Del pueblo y para el pueblo. Sin peajes, sin entradas, sin vallas, ni puertas.

"¡Marcos, no vuelvo a pasar por aquí sin meterme un ratito en las termas!"

Tuvo que engatusarme para volver al coche. Me prometió unos chicharrones y unos calamares en el bar "las dos puertas". Y un "perico" (montadito de lomo con queso y setas) en el bar del mismo nombre y una "orella" (u oreja en mi pueblo) que quita el "sentío".

Así que, para terminar el día, nos fuimos a tomar algo por "los vinos", el casco histórico de Ourense, con Juan y Romina, unos amigos de Marcos absolutamente encantadores. Y si eso no fuera bastante, al poco se unió a nosotros el simpático e inigualable Pablo Guntiñas, un colega de profesión (y de lo demás) con el que nos hemos tomado más de un gin-tonic mientras arreglábamos el mundo, hablando de lo divino y de lo humano, tanto allí, en Galicia, como aquí, en Ciudad Real. 

En resumen, una tarde y una noche fantásticas, para poner rumbo a la rutina a la mañana siguiente.

En esta vida no todo es trail. Lo importante es ser feliz. Y los amigos.

Si quieres ver el recorrido que hicimos corriendo PINCHA AQUÍ
Si quieres ver el recorrido que hicimos por los bares del centro, mejor ve a Ourense y disfrútalo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quique, creo que una vez pasé por allí y me fijé "que buen sitio para correr" pero fue durante un viaje laboral y no pude hacerlo.

Después de leerte no tendré más remedio que volver.

Lo de las pozas habrá que probarlo pero en bañador porque no soy un garcía-herrera.

¡Cómo te lo pasas!