Memorias del primer día en Gredos por "El Interino"
Me
piden alguno de los CxCs fundadores que haga un relato de mi primer día de
escapada montañera con ellos desde mi recién estrenada condición de CxC
interino. Se qué no voy a estar a la altura de las crónicas que he leído en el
blog ceporcerino, pero intentaré que por lo menos no chirríe mucho.
Lo
primero q pensé cuando vi llegar al Jordi a la rotonda del helicóptero donde
había quedado en que me recogiera a las 6.25 h del viernes en cuestión, es que
no nos merecíamos ir en semejante y nuevecito todoterreno full equipe, que
íbamos a parecer putos montañeros de verdad. Jorge llegó, como no podía ser
de otra manera, mascullando entre dientes algo así como que "hostias, joder, su puta madre, que llegaba un poco tarde por que le había
surgido nosequé de última hora". Viniendo de Jorge, unas disculpas en toda
regla.
"El Interino" |
El
siguiente en subirse al carro debía ser Luis, el presidente de Washington, al
cual tenía ganas de conocer un poco más a fondo, ya que hasta ahora solo le
había visto tomando cervezas (muchas), y por los chascarrillos y anécdotas que
unos y otros me habían contado en nuestras salidas correcampistas que hacemos
para poder ir luego a un bar. Mi primera gran decepción con el fue que no
estaba puntual como de un presidente se puede esperar. Ni siquiera que
respondiera al teléfono ni a la llamada al timbre de su portal. Bajó a los 20
minutos, diciéndonos que perdonáramos, que se había dormido. Así, tal cual, el
presidente.
Quique
sí que estaba esperando en el sitio convenido, con su flamante mochila Salomon
20 l nueva, en la que yo dudaba que le cupiera todo lo que habíamos acordado,
por que mi mochila abultaba por lo menos el doble y pesaba como si se me
hubiera metido dentro alguna vecina mientras esperaba el ascensor. Entre unas
cosas y otras íbamos a salir casi tres cuartos de hora más tarde de lo
previsto.
Con
estas, salimos rumbo a la sierra de Gredos.
Tras
meternos un poco con Jorge por no haber tenido la previsión de traer la música
adecuada, Quique se quedó tronchao con la boca abierta en el asiendo de atrás
mientras Luis daba alguna que otra cabezá.
Llegamos
al sitio convenido (convenido por ellos, que yo iba de interino en prácticas y
pensaba portarme bien, ir a donde me llevaran y comérmelo todo como un niño
bueno) donde íbamos a dejar el coche los 3 días (eso creíamos), nos ensilamos
unos montaos de panceta y lomo, cargamos el agua que nos cabía y enfilamos para
el monte.
Er monte es nuestro |
Aún nos las pintábamos felices |
Los
primeros 10 kms (unas 3 horas) todo fue coser y cantar, qué bonico está el
campo, échame una foto en esta roca y cosas así... Hasta qué me di cuenta de
que la suela de una de mis zapatillas Salomón x pro del 2003 nuevas se había
despegado completamente y la llevaba abierta hasta casi la mitad de la planta
del pie.
Con estas zapatillas nada podía salir mal |
En mi inexperiencia, casi me lo tomé a broma, hasta que vi la cara del
Presi, que no era de broma, en absoluto. Tras probar una chapuza con cinta
aislante, Luis me recomendó, amablemente, que me diera la vuelta, cogiera el
coche y fuera al pueblo más cercano a comprarme unas zapatillas en condiciones,
que con esas iba a poner en riesgo la expedición. Quique, en un ataque maternal
que hizo que se me saltaran las lágrimas, dijo que cómo iban a dejar que se
fuera el niño solo, no fuera a perderse o a darle un yuyu (que dicho sea de
paso era ya la 1 de la tarde y hacia un calor de muerte), y que puesto que
éramos 4, lo más sensato sería que dividiéramos el grupo en 2 y él me
acompañaría a mí en lo de comprar las zapatillas, que a saber cual me compraba
si me iba solo...
Dicho
y hecho, nos separamos en parejitas y Quique ( a partir de ahora mamá) y yo nos
dimos la vuelta y desandamos o desanduvimos lo que habíamos hecho. Tengo
que decir que en el fondo( y en la superficie) agradecí enormemente el gesto de
mamá Quique, ya que le tengo mucho respeto al monte y todavía me considero un
piltrafilla de estas cosas, y aunque sé que Luis me mandaba sólo porque a él le
parecía una minucia, yo no veía tan claro hacer el camino de vuelta sin
equivocarme en ninguna senda y hacer el recorrido en 5 o 6 horas en lugar de en
3.
El equipo Pokemon |
El
caso es que durante el retorno a Quique se le encendió el gen competitivo y
determinó que debíamos llegar no en 3 horas, si no en 2 y media y que incluso
si me atrevía, corríamos un poco. Yo en ese momento me sentía bastante culpable
por hacerle perderse parte de la ruta tan chula que se habían planeado para ese
primer día, y desoyendo a la vecina que llevaba metida en la mochila, le dije
que vale, que corríamos. Y eso hicimos. Imagino que mirándome desde atrás solo
se me verían mis patillas de gorrión pegadas a ese mochilón saltando de piedra
en piedra, tratando de seguir a mamá pato, que encima, ahora que no me oye, se
ha puesto en forma, el hijoeputa.
Ultrarunner enjuagándose |
El
caso es que llegamos en el tiempo previsto (previsto por Quique) y decidí que a
tomar por culo los bocadillos chiclosos que teníamos previstos para la comida
del día, y que lo menos que podía hacer era invitar a comer a aquel gañán que
había querido acompañarme, a una comida de mesa y mantel. La ensalada campera,
lentejas y secretos nos supieron a gloria. El café quisimos tomarlo en
Monbeltrán, a unos 15 kilómetros, donde el posadero nos había dicho que
encontraríamos una tienda de deportes. Llegamos a la conclusión que dicha
tienda de deportes debía ser de su sobrino por lo menos, porque nuestra
sorpresa fue grande cuando, al llegar, vemos el rótulo de la tienda
"PAPELERÍA Y DEPORTES" y sólo se vislumbraba desde el escaparate
(porque no abrían hasta las 6 y eran las cuatro y media) mochilas del
Real Madrid y algún balón de fútbol. Y yo que iba pensando en esportivas ...
Tras
buscar por internet decidimos ir a Arenas de san Pedro, que parecía haber 3
tiendas de deportes y en alguna habría algo. Al final, para no enredarme más,
terminé comprando las únicas zapatillas de trail que tenían de mi número, unas
adidas kanadia con goretex, que seguro que en La Mancha me viene muy bien, por
la que me soplaron casi 100 pavicos muy ricos.
Lo
siguiente en el plan trazado era ir en coche hasta la plataforma de Gredos,
dejar el coche en el parking y subir hasta el refugio donde íbamos a pasar la
noche con Luis y Jorge.
Estos dos sí se esforzaron |
El
tiempo estimado hasta el refugio, según la red de redes era entre 2 y 3 horas,
pero Quique decidió que qué cojones, que esto lo hacíamos nosotros en menos de
2 ( porque además, si no lo hacíamos así, corríamos el riesgo de quedarnos sin
cenar, que el cierre de la cocina era a las 22.30 y el toque de silencio es
bastante estricto en los refugios de montaña, que la gente allí son de mucho
madrugar y eso) y se puso a imprimir un ritmo como si no llegara a tiempo
a pasar un control del ultra trail del montblanc ese que hizo. Vamos que me
llevaba con la lengua fuera, pensando seriamente decirle a quien cojones se
hubiera metido en mi mochila que ya estaba bien, que se bajara de una puta vez.
Quique, que me veía con cara de renegado, se puso a darme una master class
sobre positivismo y actitud en las carreras de larga distancia. Para colmo, en
una de las fuentes del camino me había inflao a beber agua fría como el corazón
de Luis (todavía me reconcomía el hecho de que me hubiera querido apartar de
su lado, echándome sólo a los lobos, con tan sólo 10 kms de común
travesía), que me cayó como un tiro en el estómago.
La verdad es que no me duró
mucho tiempo. Enseguida me rehice y pude disfrutar como se merecía de las
vistas de Gredos que teníamos delante. La bajada a la Gran Laguna, donde está
el refugio Elola donde íbamos a pasar la noche es, simplemente, espectacular.
Bajamos los últimos kilómetros alegres y contentos, cual cabritillos de monte,
deseando ver a nuestros amiguetes, darnos una ducha, cenar y si eso, tomarnos
una cerveza. Nuestra sorpresa fue grande al comprobar que nuestros compis no
habían llegado y nos quedamos un poco descuadrados, porque dudábamos de que
hubiera en su camino algún bar que les hubiera hecho entretenerse. Nos duchamos
con agua fría de las montañas al aire libre (eran casi las 10 de la noche), obsequiamos con la vista de nuestros culos a quien quiso disfrutarlos y
nos pusimos con ropa limpia a esperar a que llegarán los que faltaban. No
esperamos mucho. A los 15 minutos decidimos que ya estaba bien, que teníamos
hambre, que los espaguetis tenían una pinta estupenda y que nuestro
compañerismo no daba para más. Si creyéramos en esas cosas hubiéramos dicho que
nos supieron a gloria bendita. Quique además se enjaretó una bandeja de
lomos en salsa de la cual yo solo cogí 4 y nos bebimos las ¡primeras!
cervezas del día.
diosss |
Cuando ya estábamos empezando a preocuparnos de más, porque
la noche se había echado totalmente encima, y los montañeros que iban llegando
no tenían ninguno el porte estilizado ni el encare sonriente que intuíamos
traerían los nuestros, pedimos a la cocinera que les apartara por caridad cristiana
un par de platos de lo que fuera, antes de cerrar la cocina. Nos íbamos a salir
a tomar el fresco fuera para ver si los veíamos llegar y pensando en cómo
repartirnos sus pertenencias, cuando los vimos entrar en el refugio, sudorosos
como si hubieran hecho algo, blancos como una pared y sin casi poder ni hablar
maldecían no se qué de unos putos piornos ( todavía no me quedó claro lo que
son) , que se habían quedado sin agua, que habían estado a punto de beberse sus
propios orines y lindezas de esa calaña. Vamos, que se habían perdido, que no
tienen ni puta idea de utilizar un GPS y que qué duro es el monte, eh, Luis? Y
tu querías dejarme sólo EH, LUIS? QUE YA CASI SE ME HABÍA OLVIDADO, EH, LUIS?
Poco
más queda que contar de ese primer día. Tomamos unas pocas cervezas ( nos más
que otros, que yo en esto también soy interino), dormimos en una de las 3
habitaciones del refugio, la denominada " Los hermanitos" junto a
otras 20 personas (si, 24 en total)... Bueno al final resultamos ser 23, porque
Quique no soportó el calor y después de dejar empapados de sudor su parte de
colchoneta y su cojín, cogió su saco y el plumas y se fue a dormir al fresco de
Gredos.
Para
finalizar, debo reconocer, y más viendo lo que nos venía en los siguientes 2
días, que fue una decisión acertada la de Luis de hacerme volver al pueblo más
cercano a buscar otras zapatillas, que ni de coña hubiera aguantado con las que
llevaba y seguramente me hubiera perdido cosas espectaculares como la subida al
Almanzor, a casi 2.600 m de altitud y alguna otra cosa que hicimos también y
que dejo que sea otro, si quiere, el que os la cuente, pero os adelanto que han
sido 3 días espectaculares por el paisaje y por la compañía.
¡Qué
bien lo pasemos!!!