Resulta
difícil escribir sobre algo tan largo y tan duro (con perdón).
Han
sido 281 kilómetros recorridos en 65 horas.
Han
sido muchas las sensaciones, las imágenes, los sonidos, las emociones que han
tenido lugar durante todo ese tiempo, durante todos esos kilómetros.
Es
necesario dejarlo reposar para poder apreciarlo en su justa medida. A pesar de
ello, la aventura es tan intensa que parece intuirse que, en realidad, cuando
pase un año, cuando vuelva a leer estas letras, no veré las cosas como las veo
hoy. Quizá solo sea un recuerdo como esos que tenemos de cuando somos muy
niños, que no sabemos si recordamos lo que hemos vivido o solo lo que nos han
contado otros.
La
experiencia solo se vive en primera persona. Es única, irrepetible,
inigualable. El resto son “películas”.
De izquierda a derecha: José Luis, Toty, Miguel, Jorge, Quique, Antonio y Manu |
¿Por
qué hacemos una prueba así? ¿Es necesario hacer esto? ¿Qué se siente cuando
terminas?
Estas
preguntas solo las hace quién no ha vivido algo parecido. Y quiénes lo hemos
vivido no sabemos responder.
Porque
sí. Porque te apetece. Porque te hace sentir bien. Porque entre no hacerlo y
hacerlo eliges la última opción. Porque quieres saber si puedes. Sin más.
¿Qué
vives cuando haces una prueba así? ¿Se sufre tanto? ¿Se disfruta tanto?
Nunca
he probado el cuero (salvo en los
refuerzos de las zapatillas, zapatos de vestir o cinturones). No me considero
masoquista.
Cuando
repetimos y queremos más es porque el balance entre lo positivo y lo negativo,
el sufrimiento y el disfrute, la alegría y el dolor siempre suele decantarse
del lado “bueno”. Si estuviera más tiempo penando que disfrutando, no lo haría.
Si el llanto fuera más largo que la risa, no lo haría. Si lo que me llena fuera
más pequeño que lo que me vacía, correría otras cosas; o no correría.
En
términos generales, particulares, absolutos y relativos, lo he pasado bien.
Aunque
es cierto que también hubo momentos duros. Los abandonos del resto de CxCs han
sido la parte negativa de la carrera. Jorge solo pudo completar los primeros 35
kilómetros del recorrido. Un accidente de bicicleta solo diez días antes de la
prueba en el que rompió el casco con su cabeza (¡Él es así!) le impidieron
seguir más allá de la primera “base de vida”. Justo lo que le habían dicho los
médicos que debía hacerle parar (dolores de cabeza o vómitos) apareció al poco
de empezar a correr. Manu lo dejó en el kilómetro 120 porque “no se
encontraba”, no era su día y porque pensó que era mejor no maltratar al cuerpo
para, al final, tener que dejarlo más pronto que tarde. Eso fue lo que nos
dijo.
Tampoco pudo completar la prueba Antonio,
uno de los Zenagas (Corricollano) que se unió a nuestro equipo. Uno de sus
peroneos no le dejó seguir y decidió terminar su carrera con Manu, en el Km 120.
José Luis –uno de los Quijotes (Ala 14) - que iba en puestos de cabeza,
desistió en el kilómetro 140.
De la expedición también terminaron,
Toty – el otro Quijote – que siguió después del abandono de José Luis yendo
toda la prueba por delante de nosotros; y Javier –el amigo de Manu hasta
entonces y nuestro amigo tras unirse a nosotros- que fue nuestro compañero de
fatigas desde el kilómetro 120 en adelante.
Resulta muy duro y complicado
encontrarte mal – o, simplemente, no encontrarte bien – en el kilómetro 120 y
pensar que aún te quedan otros 160 kilómetros por recorrer. Creo que este fue
el punto en el que hubo más abandonos.
En estas pruebas la cabeza es
fundamental, los trucos mentales, la distracción forzada y, sobre todo, ser
positivo para sobreponerte a los malos momentos (que los habrá, seguro).
Miguel, nuestro Miguel –el
conseguidor de CxC- mi compañero durante todo el recorrido, ha sido el ejemplo
perfecto de ánimo, positivismo y actitud para enfrentar una prueba como ésta.
El año pasado se enfrentó por
primera vez a las largas distancias (más de 100 km) en el Gran Trail de Peñalara.
Desistió en el kilómetro 80 por su “mala cabeza”. Eso le sirvió –tras
analizarlo fría y pausadamente- para aprender. ¡Y vaya si ha aprendido!
Miguel no tardó muchos kilómetros en
notar molestias en la zona externa de una de sus rodillas, en la cintilla
iliotibial. Quizá fue por llevar en carrera un ritmo más lento del que era habitual
en nuestros entrenamientos. Sin embargo, desde el primer momento pensó –y
verbalizó hasta el final- que ello no podría con él. El dolor es subjetivo. No
sé cuánto le dolía, pero él mantuvo a raya ese dolor, diciéndole –y diciéndome-
que no podría retirarle. Después comenzaron las ampollas. Al principio me dijo
que tenía los pies bastante mal, comparándolos con la carne de un cocido a
medio hacer. Al verlo se me borró la sonrisa producida por el símil culinario.
¡Daban miedo! Las ampollas de unos dedos se montaban sobre los otros. Tenía algunas
que le nacían de debajo de las uñas y éstas se habían desplazado como si
flotaran sobre aquel líquido atrapado en aquellas burbujas de piel. ¡Un horror!
Y, sin embargo, a Miguel solo se le ocurrió decir que ya no podría correr
mucho, pero que podría andar muy rápido. Y eso hizo. Avanzar lo más rápido que
podía. Menos mal que su pasado montañero y sus largas y delgadas piernas le
permitían alcanzar un ritmo casi más alto que el que llevábamos muchos
corriendo. Y así avanzamos muchos, muchos kilómetros. Yo corría todo el tiempo
que podía (a mí los pies me dolían al andar, pero no al correr) adelantando a
Miguel hasta que volvía a caminar lo suficiente para que él me cogiera. Otras
veces yo me quedaba atrás caminando y después le alcanzaba volviendo a correr.
Ni una mala cara, ni una queja, ni un lamento. Solo buen ánimo. Solo
pensamientos positivos. A partir de hoy, Miguel para mí es TERMINATOR. Si logró
terminar esto con los pies así, es capaz de terminarse el mundo a pie.
Eso
es la ultradistancia: El ánimo, la cabeza, la predisposición, la confianza en
uno mismo, relativizar, pensar en positivo… Siempre hay momentos malos (casi
siempre varias veces) pero éstos siempre pasan; más tarde o más temprano pasan.
El cuerpo es sorprendente. La cabeza más.
Otra
cosa son las lesiones o los dolores impeditivos. Cuando no se puede, no se
puede. Pero hasta de eso hay que estar seguro. Por eso, la experiencia también
juega un papel fundamental en la ultradistancia. Hay que haberlo pasado mal y
haberte repuesto para saber que eso es posible, para poder diferencia un dolor
de una lesión, un contratiempo de un impedimento. Por eso también digo siempre
que la ultradistancia es vida. ¿En qué se diferencian en realidad una y otra?
Al final lo veremos…
Y
así, como podía cada uno (yo trotando, Miguel andando a un ritmo vertiginoso y
Javier luchando contra su falta de sueño en relación con nosotros por haber
llevado una marchita menos durante los primeros 120 kilómetros) avanzábamos y
avanzábamos.
Y
por el camino nos encontrábamos con otros corredores que, por compartir mucho
tiempo y mucha distancia con ellos, parecen una vez terminada la carrera parte
de ella y, además, parte de ti.
Aprendimos
muchas cosas de nuestros -ya- amigos portugueses, Pedro Batista y Rui Pinho.
Con nuestros amigos: Pedro (al lado de Miguel) y Rui (a mi lado) |
PEDRO
BATISTA, un piloto aéreo duro e inteligente nos guío durante muchos kilómetros
ya que conocía la zona al haber hecho el año pasado 240 kilómetros de los 281
que tenía la prueba. En aquella ocasión tuvo que abandonar y este año se notaba
desde el principio (cuando lo alcanzamos en el km. 80) que esta vez no se le
escaparía.
RUI
PINHO, el presidente de Asociación de Trail Running de Portugal (ATRP –
Associaçao Trail Running Portugal), también compartió con nosotros muchos
kilómetros, muchas risas, muchos “chascarrillos” portugueses y españoles… y
mucho sueño. Fue él el que se empeñó en “resetear” la cabeza durante la última
noche –cuando Miguel veía alucinaciones por todos lados- durmiendo primero
quince minutos de reloj en una cuneta y, después, cinco “deliciosos” minutos en
un banco de una aldea completamente dormida.
También
nos reímos mucho con el humor y las bromas de FILIPE CONCEIÇÃO en sus idas y
venidas al grupo, como si no le costara ir más lento o más rápido, como si
fuera sobrado de fuerzas en todo momento. Después, además, hemos descubierto
que es un auténtico artista. Pinta retratos como nadie.
El simpático Filipe |
Hemos
aprendido humildad de LÉONIE VAN DEN HAAK, una corredora Holandesa que
decía que solo quería ser finisher para, al final, terminar sexta de la general,
como quien no quiere la cosa. Una atleta ganadora en numerosas pruebas de
ultradistancia internacional y, además, en humildad.
Léonie llegando a meta 6ª de la general |
Conocimos a
un ejemplo mundial de motivación en el brasileño VLADMI VIRGILIO, un atleta
invidente desde hace 12 años que corrió con nosotros tratando de establecer un
record mundial en sus condiciones. Al final no pudo conseguirlo, pero estamos
seguros de que lo conseguirá, como ha conseguido hacer en dos ocasiones los 250
km por el desierto de Atacama (Atacama Crossing), recorrer el del Sahara o el del
Gobi u obtener el reconocimiento y admiración del resto llevándole a ser este
año uno de los portadores de la Antorcha Olímpica de los Juegos de Río. Hace lo
que hace para ayudar a otras personas con su ejemplo, para que “vean que los
problemas que tienen no son tan grandes”. Gente así logra ponerte los pies en
el suelo, quitarte la tontería.
Vladmi Virgilio antes de la salida |
Tampoco faltaron
al PT281+ magníficos corredores solidarios como LEVI RIZK que dentro de su
proyecto solidario RUN FOR HOPE pretende recorrer 3.000 millas en 100 días por
Estados Unidos recaudando fondos para comprar dos autobuses-clínica para poder
atender a los niños en África. O como CONS MOLEDO, el subcampeón de la prueba, un
pontevedrés que corría para ayudar y tratar de hacer más visibles a los
enfermos de ELA.
Levi en el km. 80 |
Y, cómo no,
también nos contagiamos de la alegría, las ganas de vivir, la ilusión y la
jovialidad de la participante más veterana de todos, ANALICE SILVA, una
brasileña de 72 años (¡¡¡72 años!!!) que tuvo que retirarse porque no se “hizo”
con el GPS, al no existir ni una sola baliza en todo el recorrido, pero que ha
demostrado que aunque no se “lleva bien” con las tecnologías es una auténtica
experta en correr y en vivir la vida intensamente.
Analice con nuestro Antonio, los veteranos de la prueba. |
La carrera: 281 kilómetros dan para mucho.
Quizá sea un
rollo contaros qué vivimos en cada momento o en cada lugar.
Quizá se nos
mezclen los recuerdos de tantas y tantas horas, tantos pasos, tantas piedras,
tanto polvo, tanto calor…
281
kilómetros en semi-autosuficiencia son muchos kilómetros. Solo 7 bases de vida
nos garantizaban el avituallamiento sólido y líquido necesario, el sitio para
poder descansar un poco, para distraer la cabeza con los voluntarios y los
organizadores, para repasar la estrategia, cambiar de ropa o, como Miguel, para
dejarse curar los malheridos pies por las mágicas manos de Mónica.
De Belmonte
(SALIDA, km 0) a Sabugal (km 35)
Al principio de una carrera así,
todo son risas, risas de alegría, de expectación, de nervios. Todos mirábamos
nuestro GPS sin saber muy bien si aquel aparato nos guiaría durante 281 km.
Salimos con un ritmo tranquilo, pero
alegre.
Pronto vimos que Jorge no estaba
bien. Primer momento complicado.
Empezamos a conocer a otros
corredores. Portugueses, brasileños…
Miguel y yo vamos por delante, junto
con Jorge y Antonio. Manu y Javier un poco más atrás. Los colores amarillos y
ocres de los últimos rayos de sol dejan paso a la penumbra.
Justo al entrar en el primer avituallamiento |
Primer avituallamiento. Jorge se
queda. La cabeza le duele una barbaridad y solo tiene ganas de vomitar. La
organización le retira el dorsal y llama para que lo lleven a urgencias.
Nuestras buenas sensaciones se truncan al perder a Jorge. Tenemos que salir sin saber qué pasa. Antonio, prefiere quedarse con Manu y
Javier que van un pelín más lentos.
De Sabugal
(km 35) a Penamacor (km 80)
Miguel y yo salimos más rápido.
Notamos frío al arrancar, pero estamos muy bien físicamente. Sin embargo, no
hablamos. Y cada vez que abrimos la boca es para nombrar a Jorge. ¿Qué pasará?
¿Qué le habrán dicho? ¿Estará bien? La organización nos dijo que nos dirían
algo en cuanto lo supieran. Es de noche y vamos solos.
La luna es espectacular. Vemos algunas
luces delante de vez en cuando, pero van al mismo ritmo que nosotros. Vemos
agua a nuestra derecha durante mucho tiempo. Es un embalse o un río. Superamos
a algún corredor que comienza a sentir el cansancio
Miguel comienza a tener mucho sueño.
Solo llevamos unas horas, pero tiene mucho sueño. En alguna ocasión hace “eses”
sin darse cuenta. Se duerme. En ese momento nos alcanza un todo-terreno de la
organización para decirnos que Jorge está ya durmiendo en el hotel y que se
encuentra bien. Las buenas noticias y la claridad intuyéndose en el horizonte
nos pone las pilas. Miguel recobra la energía de forma súbita y comienza a ir
más deprisa. Antes de llegar a Penamacor alcanzamos a Pedro Batista y otros que
van un pelín más lentos. Vemos Penamacor, el km 80. Allí rellenamos nuestras
reservas de agua y comemos tranquilamente todo lo que nos apetece.
Rui y Miguel reponen fuerzas |
De Penamacor
(km 80) a Penha García (km 120)
Salimos totalmente recuperados, pero
pronto comenzará a subir la temperatura. El día se prevé caluroso. El agua se
calienta mucho y muy pronto. Seguimos corriendo por paisajes monótonos. A lo
lejos, muy lejos, se ve una población en la falda de una montaña. Es Monsanto,
allí vamos. Miguel comienza a sufrir por las ampollas y por la cintilla.
Paramos en una casa para ver si nos dan agua fresca. Sus dueños tienen familia
en Valverde, un anejo de Ciudad Real. ¡Qué casualidad! El agua fresca nos
sienta de maravilla. Llegamos al pie de la montaña para subir al castillo. Una
señora nos ofrece agua fresca e higos con pan. Son miel pura. Noto cómo hacen
efecto y Miguel me pide que suba a mi ritmo. Voy más deprisa que él. Hago la
subida por una senda entre roca de granito que, al tocarla, quema. Llego arriba
en un periquete, pero me pierdo. Encuentro unos lavabos públicos y me refresco.
Aprovecho para vaciar el cuerpo. Cuando vuelvo al recorrido encuentro a Miguel. Tiene mala cara y dice que no puede
más, que le duele mucho la rodilla. Me obliga a dejarle. Uno de los corredores
que se había retirado está siguiendo la carrera y le da un antiinflamatorio.
Ésta algo nervioso y bastante preocupado. Quiere que le deje solo, que me vaya
hacia adelante a mi ritmo. Ante su insistencia, le hago caso. Sé que quedan
unos 10 km para llegar a la siguiente base de vida. Creo que es bueno que pueda
pensar solo, que pueda medirse. Yo –en cualquier caso- le esperaría en Penha
García. Allí podría comer, beber, descansar y hacer balance.
Al llegar al avituallamiento me
encuentro con José Luis y Toty. Como, bebo y, al poco llega Miguel. Se ha
repuesto al poco de tomar el antiinflamatorio y ha empezado a aumentar el ritmo
para cogerme, pero se ha perdido justo antes de llegar al pueblo. Comerá,
beberá, descansará y nos iremos juntos otra vez. El durmió alrededor de una
hora y media. Yo algo menos por ver los mensajes de todos al encender el móvil.
Manu, Antonio y Javi han llegado. Los dos primeros se retirarán allí. Javi
dudará un momento, pero nos pide un rato para poder venirse con nosotros. Al
poco, salimos los tres juntos.
Antonio y Manu llamando para decir que abandonan. Aún no saben por qué. |
Hace calor, pero hemos preferido
salir para no andar tan justos con los tiempos de corte. Si tenemos tiempo después,
volveremos a descansar, incluso dormir en la siguiente base de vida. Solo son
34 kilómetros los que nos separan de ella, pero se hacen muy largos, muy
monótonos. Al caer la noche, todo es igual, siempre es igual. Vamos en ritmos
parecidos a los de otros corredores. Nos adelantan y adelantamos. Pasamos por
un monasterio, pero no hay ni un grifo de agua. Sigue haciendo calor aunque es
de noche. Al ver las luces de Idanha a Nova nos alegramos y aumentamos el
ritmo. La zancada es larga, bastante larga, aprovechamos el desnivel negativo,
pero la carretera nunca acaba. Finalmente llegamos al castillo (siempre hay que
llegar a todos los castillos) después de una larga y empinada (con perdón)
subida.
Con la boca llena |
Tenemos
hambre, sed y sueño. Trataremos de calmar nuestras sensaciones, comiendo,
bebiendo y durmiendo algo menos de una hora. Javi dice que se quedará durmiendo
algo más de tiempo, ya que él no había dormido nada en Penamacor.
De Idanha a
Nova (km 154) a Lentiscais (km 196)
Salimos un poco antes que Javi. Al
principio notamos fresco, pero pronto entramos en calor, y con éste, llega
nuevamente el sueño. En Ladoerio, a los 20 km de haber salido y 22 antes de
llegar a la siguiente base de vida tenemos que parar a dormir media hora más.
Nos dormimos de pie. Esa media hora de sueño es reparadora y, además, permite a
Javi alcanzarnos al haber aumentado éste el ritmo desde que salió. El calor
vuelve.
Vamos mucho tiempo al lado de un río. Hay humedad. Comenzamos a subir y bajar. Javi se queda un poco rezagado. Llegamos a Lentiscais. Javier llega al poco de nosotros. Allí comemos muy bien. Yo, dos medios pollos asados (el mío y el de Miguel) y me tomo dos cervezas que me saben a gloria.
Miguel mientras está sentado en un cómodo sofá esperando que le curen los pies.
Después él come y Javier y yo descanmos con los pies en alto.
¡Vamos a llegar y lo sabes! |
Vamos mucho tiempo al lado de un río. Hay humedad. Comenzamos a subir y bajar. Javi se queda un poco rezagado. Llegamos a Lentiscais. Javier llega al poco de nosotros. Allí comemos muy bien. Yo, dos medios pollos asados (el mío y el de Miguel) y me tomo dos cervezas que me saben a gloria.
Dos cervecitas y un frango grillado (pollo asado) entero en Lentiscais. |
Miguel mientras está sentado en un cómodo sofá esperando que le curen los pies.
Miguel esperando su cura de pies |
Después él come y Javier y yo descanmos con los pies en alto.
De
Lentiscais (196) a Ródão (km 227)
Ya solo nos queda un tercio de
carrera. Hay que soportar el calor. El sol es abrasador ese día. Largos llanos
nos esperan. Si pasamos por alguna localidad aprovechamos para recargar agua y
si vemos algún bar compramos cocacola y helados para poder resistir. Rui y
Pedro también vienen con nosotros y Filipe aparece y desaparece siempre con una sonrisa o alguna
broma. Nos comenta que había estado con Toty y lo imita en un momento en el
que, al parecer, no “coordinaba” demasiado. Nos reimos y hacemos un video para
enseñárselo luego a Toty.
Javier no para en alguna ocasión para poder tratar de adelantar para ver si puede descansar luego algo más o para no ir con el “gancho” porque creé (erróneamente) que va peor que nosotros. El tiempo sigue pasando y el calor no remite. Me apetece correr un poco y, al hacerlo, obligo un poco a Miguel a aumentar el ritmo. Me adelanto. Vemos el pueblo. Primero hay que bajar mucho hasta cruzar un río y, después, tenemos que volver a subir hasta llegar a la base de vida de Ródão. Al llegar nos dicen que casi no queda comida, que hay pollo pero que se ha puesto malo del calor. Con la pasta pasa igual.
Me doy una ducha nada más llegar. No tengo ni toalla, pero me da igual. No quiero salir de la ducha, pero no podemos perder mucho tiempo.
Me visto y me cambio de zapatillas por primera vez (Cambio las Sportiva Akasha después de 227 km por las Ultra Raptor). Los demás ya han cambiado más veces. Pruebo el pollo y a mí no me parece que esté malo. Me lo como. Como todo lo que puedo. Me da igual lo que sea. Tenemos que descansar un poco y tratar de dormir. Estamos en la tercera noche. Al final, somos capaces de dormir unos 40 minutos. Parecen suficientes.
No podemos esperar más o no pasaremos los cortes.
Javier no para en alguna ocasión para poder tratar de adelantar para ver si puede descansar luego algo más o para no ir con el “gancho” porque creé (erróneamente) que va peor que nosotros. El tiempo sigue pasando y el calor no remite. Me apetece correr un poco y, al hacerlo, obligo un poco a Miguel a aumentar el ritmo. Me adelanto. Vemos el pueblo. Primero hay que bajar mucho hasta cruzar un río y, después, tenemos que volver a subir hasta llegar a la base de vida de Ródão. Al llegar nos dicen que casi no queda comida, que hay pollo pero que se ha puesto malo del calor. Con la pasta pasa igual.
Pedro, Miguel y Rui recien llegado. Yo estoy en la ducha. |
Me doy una ducha nada más llegar. No tengo ni toalla, pero me da igual. No quiero salir de la ducha, pero no podemos perder mucho tiempo.
Me visto y me cambio de zapatillas por primera vez (Cambio las Sportiva Akasha después de 227 km por las Ultra Raptor). Los demás ya han cambiado más veces. Pruebo el pollo y a mí no me parece que esté malo. Me lo como. Como todo lo que puedo. Me da igual lo que sea. Tenemos que descansar un poco y tratar de dormir. Estamos en la tercera noche. Al final, somos capaces de dormir unos 40 minutos. Parecen suficientes.
Con 40 minutos será suficiente |
No podemos esperar más o no pasaremos los cortes.
De Rodao (km
227) a Montes da Senhora (km 259)
El arranque es duro, muy duro. Nos
quedan solo unos 55 kilómetros para terminar, pero a partir de aquí viene la
parte más difícil por el terreno y por el desnivel (algo más de 2.000 m D+).
Saldremos juntos Pedro, Rui, Miguel, Javi y yo.
Pedro empieza a calcular tiempos. Es
posible llegar, pero no podemos parar prácticamente nada.
Salimos a por los últimos 55 km y + 2000 m |
Al poco nos metemos en un sendero
que se pierde a cada paso hasta el punto de no encontrarlo. Estamos perdidos.
Los GPS no son capaces de encontrarlo y resulta difícil guiarte únicamente por
una línea imaginaria que no ves. Nos enredamos en la vegetación. La inclinación
del terreno tira para atrás y hay que agarrarse para no caerse. Empezamos a
sudar. Vamos muy lentos porque damos tres pasos para un lado y tres para otro,
hacia adelante y hacia atrás. Hacemos varios intentos cambiando de posición
entre nosotros para ver si alguno lo hace mejor. La línea del GPS dice que el
camino está más arriba, debemos estar cruzándolo, pero el camino no se ve. No
está. Estamos perdidos. Si estamos justos de tiempo, esto no es bueno.
Empezamos a subir, a subir y a subir hasta que, por fin, encontramos una senda.
Ahora tenemos que seguir subiendo.
Todo el desnivel se acumula es este tramo de 32 km. El sueño vuelve. Yo subo
cortafuegos con los ojos cerrados y los abro cuando las ramas de los pinos
golpean mi cara indicándome que me desvío. Avanzamos sin abrir la boca, salvo
para resoplar. Miguel no quiere mirar a los lados, porque tiene alucinaciones y
ve cosas que no le gustan. Empieza viendo pinos podados de graciosas figuras
gigantes y termina asustado viendo figuras menos graciosas.
Javi tiene una pájara. Le miro a la
cara y lo veo pálido y desencajado. Tiene que comer algo rápidamente. Lo hace y
poco a poco seguimos subiendo y bajando hasta que vuelven las fuerzas. Javi es
un tío duro, muy duro.
Aumentamos el ritmo hasta que
alcanzamos a los demás. Poco antes ni los oíamos.
Seguimos subiendo y bajando. Javi se
va descolgando un poco, pero está ahí detrás, con nosotros.
El avituallamiento debe estar cerca,
pero no llega, dejamos atrás la población donde creíamos que estaba. Hay que
seguir subiendo. Llegamos.
No tenemos tiempo para mucho. Yo
quiero sentarme para poder cambiarme la camiseta y ponerme la de CxC para
llegar a META. Lo vamos a conseguir, pero Miguel se pone nervioso y me crispa los
nervios de tal manera que le ofrezco
romperle la cabeza si no se calla. Él se calla y los de la organización acuden
a nuestro lado asustados. Nos piden que no nos disgustemos. Yo les digo que no tengo
ningún problema, que simplemente le rompería la cabeza a Miguel si no se
callaba. Él vuelve a mirarme con cara de “noabrolabocamás”. Es el único momento
de tensión en toda la carrera entre los dos. Él cree que no llegamos. Yo estoy
seguro de que entraremos en meta a tiempo.
De Montes da
Senhora (km 259) a Proença a Nova (META, km 281+)
Salimos sin
acordarnos siquiera de la “controversia” anterior.
Rui y Pedro
aumentan un poco el ritmo y se distancian un poco de nosotros. Pedro necesita
llegar y no arriesgar ni un ápice.
Javi se
queda un poco más atrás.
Todos
queremos terminar y cada uno hace lo que puede.
Miguel y yo
seguimos juntos. Los desniveles siguen siendo la tónica general. Ya solo nos
queda una media maratón de montaña con 665 metros de desnivel positivo. Está
hecho, pero tarda en llegar. No vemos lo que queda y cada vez que miramos el
GPS parece que solo se mueve el contador de tiempo y que el de distancia va más
despacio de lo normal.
Aquello de
ahí tiene que ser PROENÇA A NOVA. ¡¡¡¡Lo es!!!!
Aún
tendremos que callejear por el pueblo, seguir subiendo un poco más, hasta
llegar a un parque. Se ven banderas amarillas…
Vemos la
meta y las caras sonrientes de los nuestros. Mónica y Marisol salen a nuestro
encuentro. Los niños corren a nuestro lado.
Manu y Anne están esperando con una sonrisa de oreja a oreja, como son ellos.
Alicia también nos recibe y espera a Javi que viene por detrás. También llegará a tiempo.
Toty ya tiene una cerveza en la mano y Cecilia nos hace fotos desde que entramos en la plaza.
Ya no hay cansancio. Ya no hace calor. Ya no hay ampollas. Ni sueño. Ni dolor. Nada malo hay ya.
Solo queda una gran sonrisa y el alivio -y a la vez la pena- de terminar una prueba inmensa en muchos sentidos. En lo deportivo, en lo humano, en lo íntimo...
Cuando uno termina una prueba de éstas, parece ser un poco más tierra y menos plástico. Más montaña y menos cemento. Más aire y menos humo.
La ultradistancia es vida
Orgullosos en meta con nuestras medallas de finishers |
En la chuletilla que abajo os muestro y que llevaba todo el tiempo pinchada con el dorsal queda reflejado por dónde pasamos. La hice para engañar al cerebro y pensar que había pequeñas metas en cada aldea, cada población, cada lugar destacable por el que pasábamos. Mi meta no era llegar a la siguiente base de vida, sino alcanzar el próximo punto intermedio en el que solo había unos chalets, un monasterio o una aldea abandonada.
Km entre
bases
|
Km
|
Km Acumulado
|
Metros D+
|
Metros D+
Acumulado
|
|
BELMONTE
|
0
|
0
|
|||
Sortelha
|
35,364
|
19
|
19
|
||
Urgueira
|
11
|
30
|
|||
SABUGAL
|
5,5
|
35,364
|
914
|
914
|
|
Malcata
|
45,411
|
11
|
46,5
|
||
Meimoa
|
20,5
|
67
|
|||
PENAMACOR
|
14
|
80,775
|
952
|
1866
|
|
Aldeia
do Bispo
|
38,677
|
11 (+1,5)
|
(+1,5) 92
|
||
Aldeia
do Joao Pines
|
2
|
94
|
|||
Monsanto
|
14
|
108
|
|||
Devesa
|
1,5
|
109,5
|
|||
PENHA GARCIA
|
10
|
119,452
|
944
|
2810
|
|
Alcafozes
|
34,787
|
20,5
|
140
|
||
**(Sant N Sra do Almortao)
|
7
|
147
|
|||
IDANHA A NOVA
|
7
|
154,239
|
768
|
3578
|
|
**(Finca)
|
42,724
|
8
|
162
|
||
Ladoeiro
|
7,5
|
169,5
|
|||
**(Chalets)
|
22,5
|
192
|
|||
LENTISCAIS
|
5
|
196,963
|
492
|
4070
|
|
Alfrivida
|
30,629
|
7,5
|
204,5
|
||
Vale
de Pousadas
|
6
|
210,5
|
|||
Perais
|
4
|
214,5
|
|||
RÓDAO
|
13
|
227,592
|
433
|
4503
|
|
Perdigao
|
31,801
|
12
|
239,5
|
||
Ladeira
|
3
|
242,5
|
|||
Foz
de Cobrao
|
6
|
248,5
|
|||
Chao
do Galego
|
7,5
|
256
|
|||
MONTES
|
3,5
|
259,393
|
1351
|
5854
|
|
Pena
de Falcao
|
21,713
|
4
|
263,5
|
||
Sobreira
Formosa
|
5
|
268,5
|
|||
Figueira
|
2,5
|
271
|
|||
Vale
de Urso
|
4,5
|
275,5
|
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PROENÇA A NOVA
|
6
|
281,106
|
665
|
6519
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FUERA DE CRÓNICA. OFF DE RECORD.
* Después de todo nuestra aventura en el PT281+, pudimos decansar y disfrutar en compañía de los nuestros gracias a la generosidad de Sila (la madre de Mónica) en un Portugal de verdad, de pueblo pequeño y sencillo. Un Portugal que invita a volver, a recordarlo con la ilusión de revivirlo siempre que se pueda. Desde aquí, gracias a Sila, a Mónica y a su familia por todo ello.