Menuda mañana se levantaba hoy... Lluvia y más lluvia, sin pausa, despacio, a su amor... Habíamos quedado a las 12:00 en mi casa. A las 10 recibía sms de Jorge diciendo que se rilaba. Paco me llamó a las 11 para decir que no iba a parar de llover. A las 11:30 se veía despejado por el Norte. Luis me dice que le recoja y Paco que ya se había hecho a la idea de no correr...
A las 12:20 estábamos Luis y yo más allá del puente de Peralvillo aparcando el coche cuando llamó Jorge para decir: "andestaiscabrones???". A los 20 minutos escasos llegaba.
Empezamos a correr a ritmo cansino, también llamado "trote cochinero", tanto que había ganas de poner dedicos por la espalda. Ahí los véis...
Parece que por estos caminos no había llovido. Como podéis ver, estaban secos, secos. Un poco más allá había rodadas y en algunas agua, en la mayoría no. Así que... perfecto.
Empezamos a coger ritmo y comenzaron las molestias de Luis en la rodilla (un no sé qué, que no sabe dónde es, pero que le jode como si tal cosa, no sé si me explico) Así que cuando llevábamos algo más de 4 km, se paró y dijo: "sois unos cabrones por ir tan rápido, hasta aquí he llegado, yo me doy la vuelta y, si llego antes que vosotros, os rayo los coches"
Jorge y yo seguimos hasta algo más de 5 km, pero nos acordamos de los coches y nos dimos la vuelta para coger a Luis y evitar los rayones.
Por suerte (y porque nos pusimos a correr a menos de 5 min./km) dimos alcance al runner vándalo y para hacernos amiguitos de él (y se le pasase el flato a Jorge) le dijimos que nos ibamos a hacer unas foticos en un lugar muy, pero que muy bonito.
Al final, calmamos tanto al monstruo que se quedó detrás mientras Jorge y yo luchamos contra el viento (que soplaba en contra a mala leche) para llegar al lugar de partida, estirar un poco y esperar a Luis que, como siempre, llegó hecho un chaval (aunque esta vez no llegó a tiempo para rayarnos los coches)
Otro domingo más de carrerismo. Esta vez campero, pero suave.
El que viene tenemos una cita con la IV Carrera Urbana de Ciudad Real. Ya os contaremos...
28 feb 2011
25 feb 2011
Donde fueres haz como que corrieres
Que vamos Marcos (el Ourensano) y yo a los Madriles a un cursillo que termina prontito... pues nos llevamos las zapas, las mallas, una camiseta y... ¡A CORRER!
Consultamos plano en el hotel y vemos que lo más cercano es el Parque del Oeste. Así que allí que nos fuimos a darle a las canillas como almas perseguidas por el diablo (y por el viento, que también nos acompañó durante todo el tiempo)
Parece mentira lo que cuesta empezar a correr por la Capital. Hasta que llegamos al parque y desde el parque al hotel tuvimos que sortear gentes, semáforos, vehículos y policías locales como si, en vez de correr, estuviesemos participando en el Gran Prix.
Al final, algo más de 8 km. por el centro del centro, subiendo y bajando cuestas de un parque precioso, con unas vistas preciosas e incluso un templo egipcio regalado. Otra experiencia más...
Consultamos plano en el hotel y vemos que lo más cercano es el Parque del Oeste. Así que allí que nos fuimos a darle a las canillas como almas perseguidas por el diablo (y por el viento, que también nos acompañó durante todo el tiempo)
Parece mentira lo que cuesta empezar a correr por la Capital. Hasta que llegamos al parque y desde el parque al hotel tuvimos que sortear gentes, semáforos, vehículos y policías locales como si, en vez de correr, estuviesemos participando en el Gran Prix.
A la salida del Hotel Conde-Duque dispuesto a echar el resto por Madrid |
21 feb 2011
A la Laguna de la Posadilla
Otro domingo para correr por el campo. Sin aspiraciones, casi sin rumbo, a ver qué pasa...
Jorge y yo solos. Los demás están malos o se lo hacen.
Vámonos hasta el Puente de Alarcos y una vez allí vemos qué hacemos- dijimos.
Y nada más llegar allí, pendiente de apretar dientes y utilizar la técnica que Jorge denomina "de Chiquito" (pasos cortos, brazos con movimientos cuasiespasmódicos llegando alternativamente a las caderas... no puedor, no puedor...)
Al bajar hacia el otro lado, decidimos ir hasta Valverde (ya que estábamos allí...). Justo antes de llegar nos encontramos con una bajada considerable que no podíamos olvidar para la vuelta (y la recordamos)
Jorge y yo solos. Los demás están malos o se lo hacen.
Vámonos hasta el Puente de Alarcos y una vez allí vemos qué hacemos- dijimos.
Y nada más llegar allí, pendiente de apretar dientes y utilizar la técnica que Jorge denomina "de Chiquito" (pasos cortos, brazos con movimientos cuasiespasmódicos llegando alternativamente a las caderas... no puedor, no puedor...)
Esta es la primera cuesta digna de recuerdo |
Esto es lo que se veía por otro lado |
Cuando llegamos a Valverde vimos unos muchachos jugueteando en uno de esos campos de futbito modernos que parecen futbolines grandes, con valla perimetral, porterías como portalicos de belén y terreno de césped artificial muy gustosico para echar pachanguillas (si los hubiéramos pillado cuando éramos pequeños). Bueno, a lo que iba... Estando allí nos acordamos de la Laguna de la Posadilla y decidimos ir a verla (ya que estábamos allí...). Desde la salida del pueblo empezamos a subir durante unos dos kilómetros y medio poquito a poco. Jorge dijo que teníamos que seguir por un camino que continuaba hacia la izquierda. Se equivocó, así que tuvimos que meternos por la linde de un sembrao que, con lo llovido, estaba más blando que la mierda de pavo. Nos pusimos guapos. Llevábamos barro en las zapatillas para enterrarnos. Al final, llegamos nuevamente al camino correcto.
Camino correcto a un kilómetro escaso de la Laguna de la Posadilla |
¡Cómo estaba el campo! |
Y seguimos subiendo (ya que estábamos allí...) hasta llegar al cerrete donde se veía ya la laguna (no bajamos para luego no tener que subir)
Fondo: Laguna de la Posadilla; Fondón: Quique |
¡Joder, 10 km. hasta allí!. Y ahora había que volver. Nos hicimos unas fotos por si acaso.
Al final, 18,5 km y 1:51 minutos. ¡Cansados y encantados! Y lo malo (o lo bueno) es que cada vez cobra más fuerza lo de hacer una carrera de montaña, ultra por etapas o algo así (en definitiva, "una locura", que dirán los demás) Ya veremos...
13 feb 2011
Otro domingo corriendo por el campo
Un domingo más nos hemos echado al monte para dar unas carreras sintiendo la naturaleza bajo nuestro pies. Se está convirtiendo en costumbre. Si no es la bici, son la piernas y viceversa. Estamos encantados.
Hoy hicimos trece kilómetros de subiditas y bajadas sin parar. Una ruta circular bastante exigente que empieza y termina en Poblete (la casa de los Ureña-Ramos concretamente). Para que veais el recorrido y el perfil os ponemos las dos fotos que siguen
Como puede verse, la cosa era para echarle gemelos, cuádriceps y biceps femorales de competición, como los de Jorge (esta semana se ha metido 60 kilómetros entre pecho y espalda). Yo, sin embargo, he tenido que terminar de subir alguna pendiente (las dos últimas) andando para evitar morir en el intento. Está claro que la gravedad no perdona a mis casi cien quilates.
Hemos pasado por caminos, por sendas, por el campo sin más, por túneles de chapa
Hoy hicimos trece kilómetros de subiditas y bajadas sin parar. Una ruta circular bastante exigente que empieza y termina en Poblete (la casa de los Ureña-Ramos concretamente). Para que veais el recorrido y el perfil os ponemos las dos fotos que siguen
recorrido |
perfil |
Hemos pasado por caminos, por sendas, por el campo sin más, por túneles de chapa
Señala con el dedico, que vamos a subir por ahí - decía Jorge |
También hemos pasado algo de calor y un poco de sed. Incluso tuvimos que desviarnos un poco para llegar a la vía verde y poder beber agua. A pesar de todo lo hemos pasado como siempre: de P.M.
La próxima vez subiré a la ermita de San Isidro corriendo sin parar |
Echamos de menos a Luisito y al último fichaje (el Inconmensurable Vargas)
8 feb 2011
Y la PROFECÍA se cumplió
Ya sabemos, desde la mañana del domingo, por qué la ruta ideada por Jorge fue denominada como "la tan histórica como puta rutilla de los cojones del moro". No hicieron falta explicaciones, solo hacerla. No obstante, me lo iba explicando mientras subiamos, para machacar más mi ego. Él es así...
Todo sucedió como Jorge adelantó en el post anterior. Salimos de su casa a eso de las 9:45, aunque habíamos quedado a las 9:00. Nos retrasaron las obras del colector, Luis; bueno, y no hacerle caso a Paco que, por cierto, se sumó por primera vez a nuestras andadas o, mejor dicho, correrías. (Para el improbable caso de que alguien no lo sepa, recordaremos que Paco en la prensa deportiva de antaño fue conocido como el "INCONMENSURABLE VARGAS". Ahí es ná). A lo que iba, que "equivocamos" la ruta, la carretera de La Poblachuela estaba cortada e hicimos unos 20 km para llegar a Poblete desde Ciudad Real. ¿Y dónde decís que vamos?- refunfuñaba Paco con esa también inconmensurable chulería innata que le caracteriza.
El día era frío, pero soleado y sin viento, inmejorable para correr dirección a la subidita a la cantera de Horcisa. El camino se empinaba poco a poco, sin descanso. Solo se oían las ligeras pisadas de Jorge, las respiraciones entrecortadas de Luis y mía y las toses -casi espasmódicas- de Paco por detrás, con cara de decir "silosénovengo", cambiándola en ocasiones por un rictus que traducido al castellano antiguo vendría a significar algo así como "mecagoenvuestrasputascalaveras". Menos mal que cuando llegamos a lo alto del cerro de Alarcos, paramos, esperamos a que llegara y antes de dejarle recobrar el aliento, le dijimos: ¡Qué bonito está el campo, Paco!. Él, entre dientes y sin mirarnos siquiera, espetó: Sin comentarios...
Bajamos hacia el sur, por la carretera y, una vez abajo, en el puente del mismo nombre del cerro y la ermita (qué originales), iniciamos nuevamente la subida a Alarcos por mitad del monte. Esa era la "auténtica ruta de los cojones del moro". No queríamos ni imaginarnos el tamaño de las gónadas moras para poder tomar el castillo con lo que llevaban encima: la cota de maya, la cimitarra y la biblia, digo el corán, en verso... Llegamos nuevamente a la cima sin resuello. Allí descansamos un minuto y nos cruzamos con un gran grupo de chalaos como nosotros (estos agrupados bajo el cobijo del club Quinto Aliento de Ciudad Real). Volvimos a bajar nuevamente por donde habíamos subido la primera vez, lo que hizo que, una vez abajo, tuviéramos que subir nuevamente la cuesta de la cantera de Horcisa.
Paco, después de tantas subidas y bajadas, reflexionó: No me importa subir para luego bajar, pero subir dos veces al mismo sitio me parece una gilipollez... Tosió y miró para otro lado.
Una vez en la cantera de Horcisa, todo fue bajar y llanear hasta llegar a la casa de los Ureña-Ramos con once kilómetros en las piernas y en los dientes (que bien tuvimos que apretar para poder subir las cuestas)
De izqda a dcha: Quique, Jorge, Paco y Luis (que no es ni la sobra de lo fue) |
"all right" |
Ah, se me olvidaba, al empezar y al terminar nos cruzamos con unos cazadores y sus perros. No sabemos bien lo que pasó, pero cuando quisimos darnos cuentas, vimos a Luis saltando a un perro y viceversa. Él sabrá...
1 feb 2011
De cómo nuestro héroe abre una nueva ruta denominada "la tan histórica como puta rutilla de los cojones del moro"
Como quedamos el pasado fin de semana en salir el domingo próximo a correr como cervatillos por esos montes de Dios esta mañana me he puesto el atuendo de conquistar y me he echado a los caminos abriendo una nueva rutilla a la que denomino "la tan histórica como puta rutilla de los cojones del moro". Por favor no confundir con aquella otra de "la ruta del moro de los cojones" de la que quizá os hable en otro momento.
Al grano que es gerundio.
Salgo de la residencia de los Ureña Ramos en dirección al puto campo, es decir, por detrás. Enfillo así, sin anestesia ni nada la subidilla a la cantera de Horcisa y me percato de que el camino empieza a ponerse parriba mucho antes de lo que yo creía.
Sin resuello pero con la satisfacción del deber cumplido hago cima y me lanzo a un vertiginoso descenso que me lleva por dos veces consecutivas al borde del esmorre pero las Salomon hacen su trabajo y me mantienen en la vertical a pesar del barro. A partir de aquí inicio una subida a Alarcos pero por mitad del monte, por el bello sendero que muestra la imagen.
Una vez llegados a la cima y sin tener que alertar a ningún servicio de urgencia me lanzo de nuevo hacia abajo como si me persiguieran.
Una vez abajo la cordura exigía que me fuera para casa pero como uno no se caracteriza precisamente por su cordura dije ¡qué coño! y me fui hacia el puente viejo de Alarcos donde el pasado domingo en bici os conté que había una bonita senda que subía al cerro.
Bien. Si normalmente estos senderos ascendente de lejos parecen menos de lo que son pero una vez en faena dices no era pa tanto, este no sólo sí era pa tanto sino que además me cago en sus putos muertos uno a uno. No digo más.
Sin piernas, ni resuello, ni honra, ni ganas de na llego a la cima y, ahora sí, enfilo por la carreterita -bendita horizontalidad- hacia casa. Una hora y cinco minutos después de salir y once kilómetros en la riñonera llego a casa.
El domingo os espero. Traeros las zapatillas de patear barro y los gemelos de competición que la cosa es seria.
Al grano que es gerundio.
Salgo de la residencia de los Ureña Ramos en dirección al puto campo, es decir, por detrás. Enfillo así, sin anestesia ni nada la subidilla a la cantera de Horcisa y me percato de que el camino empieza a ponerse parriba mucho antes de lo que yo creía.
Sin resuello pero con la satisfacción del deber cumplido hago cima y me lanzo a un vertiginoso descenso que me lleva por dos veces consecutivas al borde del esmorre pero las Salomon hacen su trabajo y me mantienen en la vertical a pesar del barro. A partir de aquí inicio una subida a Alarcos pero por mitad del monte, por el bello sendero que muestra la imagen.
Una vez llegados a la cima y sin tener que alertar a ningún servicio de urgencia me lanzo de nuevo hacia abajo como si me persiguieran.
Una vez abajo la cordura exigía que me fuera para casa pero como uno no se caracteriza precisamente por su cordura dije ¡qué coño! y me fui hacia el puente viejo de Alarcos donde el pasado domingo en bici os conté que había una bonita senda que subía al cerro.
Bien. Si normalmente estos senderos ascendente de lejos parecen menos de lo que son pero una vez en faena dices no era pa tanto, este no sólo sí era pa tanto sino que además me cago en sus putos muertos uno a uno. No digo más.
Sin piernas, ni resuello, ni honra, ni ganas de na llego a la cima y, ahora sí, enfilo por la carreterita -bendita horizontalidad- hacia casa. Una hora y cinco minutos después de salir y once kilómetros en la riñonera llego a casa.
El domingo os espero. Traeros las zapatillas de patear barro y los gemelos de competición que la cosa es seria.
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