Este domingo, 1 de mayo, día del trabajo (en el que, por cierto, casi todo el mundo descansa) me hubiera gustado ir con Ramón a Madrid para seguir un entrenamiento de 18 km en pleno monte (Navacerrada). Sin embargo, no pudo ser por motivos varios (entre otros lo incompatible que resulta celebrar el cumple de mi hija el sábado por la noche con ingesta de cerveza a cholón y levantarme a las cuatro y pico de la mañana del domingo, salir a las cinco dirección elputocampodeNavacerrada y empezar a triscar monte a las ocho). Para evitar el reconcome había quedado con Luis y Jorge a las 9:00 de la mañana para correr por Poblete y alrededores (Paco se resistió una vez más. Pa él hace... se va a venir a Cuenca, sí o sí...). A las 6:42 de la madrugada del domingo recibía sms de Luis diciendo: "me rilo, así que no vengas! Grn!". Seríamos dos. Sin embargo, cuando llegué a la hora acordada en punto, pasados 20 minutos por lo menos, me estaban esperando Jorge y Rubén (sí, otro periodista también deportivo, éste radiofónico, de la cadena SER para más señas). El día era magnífico, sin viento, con sol y temperatura agradable para el vicio del correr. Rubén está preparando la media maratón de Almagro, así que se dejó convencer por Jorge que, como es natural en él, viene rumiando lo de la carrera de Cuenca ( pinchar aquí para ver la web de la carrera conquense) y quiere hacer más kilómetros que el baúl de la Piquer (es que él es mucho de obsesionarse...)
Rubén venía de turista (con zapas de carretera) y cuando nos vio, con nuestras mochilejas hidratantes, nuestras gorriboinas y nuestras zapas de carreristas tronchamontistas (por cierto, yo llevaba unas Salomon XA Pro 3D Ultra que había estrenado el día anterior), trató de disimular (sin conseguirlo) una leve sonrisa que parecía decir "menudos frikis".
Empezamos subiendo a lo que nosotros llamamos la cantera de Horcisa que, al parecer, se llama "volcán de la Fuente del Arzollar" para bajar hasta el pie del cerro de Alarcos, subir a su parte más alta, volver a bajar hasta casi el puente de Alarcos por la "ruta del moro", cruzar el río, subir por el camino hacia Valverde, llegar a Valverde, cruzarlo y encarar el camino hacia la Laguna de la Posadilla. Cuando llevábamos 8 km. tuvimos que volvernos porque Rubén tenía que llegar a no sé qué hora a no sé dónde para hacer no sé qué (todo inconcreto para que no pudiéramos comprobar si era cierto o se debía a la tan temida pájara, perrendengue, jamacuco o tabardillo que suele machacar la vida del runner en un momento u otro). Llegamos otra vez al puente y, en vez de desandar lo andado, subiendo lo bajado y bajando lo subido, nos decantamos por la vuelta sencilla y más corta para ahorrar tiempo y excusas de Rubén. Tanto es así que, cuando faltaban un par de kilómetros para terminar, los chiquetes trotaban de esta guisa tan chistosa.
Al final, un pelín más de hora y media corriendo, 15 km en las piernas (y en mis zapas nuevas, que se comportaron bastante bien) y unos cuatrocientos y pico metros de desnivel en las mismas, la mitad que nos espera en Cuenca, válgame la Macarena.
PD: tiene guasa que, siendo Jorge y Rubén periodistas, sea yo quien escribe la crónica...
1 comentario:
Utilizaré el lenguaje propio del blog para presentarme: soy Rubén, un juntaletras de los que les gusta arrecorrer.
Si acaso el asunto rampil y el tema "no es q haya mucha pendiente, es que el peralte está mal hecho" son dos cosas que no es que lleve muy bien. Pero entreno tras entreno el amigo George me lleva poniendo en el hociquillo lo de tronchar lindes lo gueno que es.
La verdad es que me gustó bastante el conceto aunque al principio me daba algo de respeto. Me gustaría repetir, sobre todo una salida de estas golfas de a por la noche. Lástima que mi genética no sea como la vuestra (no provengo de la cabra) y al final de cada tramo me tengais que esperar un minutillo.
Gracias. Hasta otra si es de menester
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