Nuestro querido Lidl se ha despachado con un post de los de "agárratelosmachossipuedes". Y todo por haberse corrido (con perdón) "El guerrero de Gredos" junto a nuestro amantísimo Presidente. ¿Será este post el motivo de que esta carrera se prohíba el año que viene? ¿Será que en los avituallamientos daban algo más que agua? Ahí lo tienen. Juzguen ustedes mismos. Las reclamaciones al maestro armero.
No cabe duda: Correr da que pensar. Al mismo
corredor (homo es sapiens postrunning) y a los que no corren.
Increíble pero cierto. Genera preguntas y respuestas absurdas, bucles de
convencionalismos. Y te llegan a decir que "para que corres, si aunque
corras te vas a morir" (¡anda coño!) Efectivamente, aunque corra me
voy a morir ¡y bien a gusto! Y si es en la placentera resaca de un ultratrail
mejor que mejor, lo firmaba ahora mismo.
Ruindades como esa me han llevado a pensar en el
tema de la eternidad, porque, vete tú a saber, ¿y si yo antes corría con la
intención alevosa de ser eterno y no me había dado cuenta? Es increíble como en
el capitalismo pervive el existencialismo más descarnado y la preocupación por
la vida ajena. No se me ocurre mejor manera para contestar a una ruindad tan
precisa que divagando sin escrúpulos.
Pienso a bote pronto y a bocajarro que el Santo
Grial de la eternidad es una vulgaridad de deseos postizos. De esfuerzos
ridículos. De convencionalismos. El deseo fatuo de vivir por siempre que
desdeña la realidad satisfactoria de vivir bien. Cantidad inconmensurable
frente a calidad: ahí le gusta merodear al subconsciente colectivo. Me viene un
consejo que sólo es hablar en voz alta: intenta ser todo lo Nada que puedas.
Pon tu ego al nivel del polvo del camino y de la brisa que renueva los valles
de la sierra.
Sí, suena cursi. Pero es lo que eres, ruin
existencialista. Y es que la verdad suele ser simple y poco sofisticada,
incluso ridícula. Quizá por eso nos cueste tanto aceptarla: percibimos la
evolución como un aumento de la complejidad. El homo sapiens postmoderno es
pretencioso pese descreído. Mala mezcla, mal cálculo para precisar
objetivos.
La verdad nunca está de moda, pues no se amolda a
intereses contingentes y particulares. Lo convencional mola más, tiene pinta de
tatuaje de honor, y suena rotundo y oportuno, suena a debate de investidura
antes de Podemos, a palabra de cuñado precedida de cita literaria y subida al
altar de lo políticamente correcto. Lo convencional no te toca los cojones, es
el ensayo-error donde el único error que se discrimina es la falta de
rentabilidad.
Y, en lo que me toca, a mi, personalmente, no me
sale ser rentable. Quizá por eso mi vicio sea el polvo del camino, y las brisas
de las montañas, y las bajadas técnicas. Sin cursiladas y con agujetas. Me va
retozar en un detalle de calidad aunque suponga ir contra sueños de abundancia.
Y les digo a los confiados y convencionales, a los
aduladores de la mortandad ajena, que también tengan cuidado porque aunque no
lo sepan, y ni siquiera lo imaginen, la verdad es muchas cosas y, entre ellas,
variable. Sí: Variable. Y cuando menos se lo esperen les puede tocar las
narices, a ellos también, dichosos mortales. Hasta los que dan por hecho o
pregonan verdades absolutas, aunque lo nieguen o lo escondan, van adaptando y
variando sus significados (casualmente siempre en provecho propio)
Variar o desvariar, esa es la cuestión.
Pues eso, hay que decirlo alto, la verdad es
variable. Y otra cosa sobre todas las cosas: Inoportuna.
Variable e inoportuna, que se lo digan a los
dinosaurios.
Ya os he dado un consejo sin pretensiones de
cumplimiento, que admite recurso y que suena cursi (hasta que te salen las
agujetas y pareces de todo menos un romántico) No esperéis que os pida
disculpas por ello, me quedan cosas peores que deciros, malditos
existencialistas siempre de la vida ajena.
Ahora paso al consejo rutilante: no hace falta que
inventes nada. Y cuando digo nada es nada.
A los dinosaurios no les hizo falta y, en todo caso,
les habría dado lo mismo.
Da por seguro que no vas a ganar todas las apuestas
que le hagas a la vida, al menos no las ganarás en forma de trofeo. Ni de
chaleco de finisher. Reconocerás a un impostor porque tiene
cara de recién condecorado, aunque tenga ojeras de las copas de la noche
anterior. Y porque nunca se ríe aunque se esté riendo. La cara de estreñido es
opcional y puede ser síntoma de otras cosas. Esos tipos si que hacen eterno
cada minuto.
Por cierto, los dinosaurios corrían, vaya que si
corrían. Eso sí, cada uno a su paso. Y había hasta alguno vegano, qué
asco.
Pero centrémonos en mis consejos, en mi autoayuda
(desahogo) porque ayuda, ayuda a ti, creo que poca. Ese género es otro tema.
Quién escribe es esencialmente egoísta, aunque se camufle. Y siempre le sienta
mejor a él escribir que al lector leerle.
Paso al consejo espiritual: sé consciente de que
ganar es algo tan relativo como la derrota.
"¿Es esto realmente espiritual?" - Piensa
ahora el lector.
"Pues..." - Con cara de no sé que decirte,
o de que lo dije por decir.
Aprender y disfrutar es el único camino que te hará
fiel a ti mismo (mientras no seas pastor de algo o tengas disciplina de voto)
Los griegos lo llamaban "meraki"
Ganar y perder, finishers y losers, son
divisiones de conciencias débiles que sólo saben mirar el reloj o la cuenta
corriente.
Efectivamente, estoy enjuiciando al planeta entero.
Pero con la nula fe de la divagación, lo cual me hace inimputable.
Simplemente, aprende y sigue. Y disfruta. Y huye de
casi todo menos de ti mismo. Si te quieres
sentir especial limítate a encontrar tu pasión, respeta tu instinto.
Pensaba en contestar a los existencialistas hablando
de correr (y en todo caso de los dinosaurios), me motivaba también mi decepción
con la reciente lectura del libro de un ídolo y el viaje al "Trail El Guerrero de
Gredos" del pasado sábado. De un ídolo del tema de correr por la montaña y
de un Trail con título que incita a la batalla. Y no sé si todo esto tendrá
algo que ver con ambas cosas, o lo que me falten sean páginas, y diseccionar y
ordenar. Creo que todo este follón es culpa mía por pensar (¡a estas alturas!)
que "decepción" e "ídolo" son cosas distintas. Y que una "carrera"
no es una "competición".
Intentaré ser más preciso, aunque la eternidad me
espera por correr.
Una cosa es la sana competencia y otra la
comparación permanente. No mereces o desmereces más ni menos de lo que eres,
nada más allá de tus sensaciones y de tus ganas. El Libro Guinnes de los
Records es un libro hecho para no leerse, una especie de enciclopedia del
delirio universal.
No hace falta llegar a tanto. Simplemente, salirse
de las convenciones sociales exige respuestas o, mejor dicho, provoca preguntas
absurdas. Pero no te distraigas demasiado en esas cosas. Preocúpate primero de
ser valiente y, luego, luego, piensa alguna respuesta si te queda algo de
tiempo (y si te queda dinero mejor aún) Yo hoy he sacado algo de tiempo para
contestar, así que si algún existencialista de la vida ajena ha llegado hasta
aquí, que aguante un poco más, por favor, ya queda poco.
Realmente tengo claro que correr me hace feliz, que
me hace sentir libre. Pero, ¿qué es eso de sentirse libre realmente? ¿Ser capaz
con 38 años de bajar corriendo una montaña como si estuviese jugando en el
parque con 8 años? Pues sí, sin duda, entre otras cosas.
Tendemos a considerar los grandes conceptos con
demasiada responsabilidad, con tanta abstracción e idealismo que los
convertimos en algo lejano, inalcanzable, en ciencia ficción. Vemos
"grandioso" como opuesto a "simple". Vemos la
"satisfacción" como una meta difusa tras una carrera de culpas,
comparaciones y responsabilidades. Los calices, santos griales y similares mecas
están enjoyados de frustración los mires por donde los mires, ¡copón bendito!
Cada vez tengo más claro que lo que no puede
enseñarse con ejemplos no existe. Y si ese ejemplo no te emociona es inútil. Lo
que no puede demostrarse o sentirse mediante una acción es mentira, hasta que
se demuestre lo contrario. ¿Qué tendrá que ver el que uno corra con su
condición de mortal?
No hay mayor error que condicionar la vida por
ideales que no se sabe a donde nos llevan o, ni siquiera, si nos llevan a
alguna parte. Llenar el "horror vacui" de nuestro espíritu es el
mayor riesgo de nuestras vidas, y no cabe mayor error que rellenarlo con la
vida de los demás.
Alguna vuelta le he dado a qué es esa libertad que
se atribuye a la sensación de correr, a su desarollo y resultado. Eso sí, he sido
consecuente y vago en esas reflexiones. Sobre todo vago. Hasta los 38 años no
había sacado ninguna reflexión confesable. Las prisas no son buenas ni
corriendo.
Llegó un punto (casi desde el principio) en que me
dieron igual las preguntas capciosas de los sorprendidos. O de los envidiosos.
O de los obtusos. Ésta ironía la aviso, no quiero que me malinterpreten:
Una ironía: Mi más sincero
agradecimiento a la gente que se preocupa por mi salud por el hecho de que
corro.
Y a la vez os regalo una verdad por si os confunde el
Instagram.
Una verdad: Recordar que Ironman es una
metáfora, un copyright o un superhéroe.
Mírate al espejo (¡copón de nuevo!)
Creo que entre esa ironía y esa verdad, se encuentra
la libertad con que entiendo la simpleza de correr. Y puede que ahí estén
condensadas casi todas mis respuestas que me veo incapaz de precisar más o
mejor.
Porque o lo ves, o no lo ves. Y hay cosas que no se
suplen con unas gafas graduadas. Es imposible dar coherencia al descreído que
sólo pregunta para refirmarse o despreciar. Y a mí, ¿qué más me da? ¿Pregunto
yo por tus rutinas, costumbres o aficiones?
No, tu no me sorprendes.
Y quizá la felicidad sea tan simple como si fuera,
vete a saber, sinónimo de ilusión, y la podamos hasta medir en base a la
capacidad que tengamos para sorprendernos o reírnos.
Yo, cuando corro, me sigo poniendo (con perdón)
cursi y burro al mismo tiempo, y siento que pongo mi ego al nivel del polvo del
camino y de la brisa que renueva los valles de la sierra (¿a qué ya te suena
distinto?)
Y corro un Trail que se llama "Guerrero de
Gredos" como si estuviese huyendo de la batalla y escondiendo el
dorsal, y a la vez admiro a la organización y a los amables voluntarios.
Por cierto, gran carrera, hecha con atención y
cariño en un entorno increíble. Para repetir el año que viene y pasar de la advance de
22 km a los 45 de la extreme. En la agenda queda este reto y el pueblo
de Candeleda.
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