¿A qué coño vas a dedicar las 8 de horas de tu próximo maratón
de montaña, o las 25 que tardarás en terminar este año el GTP? En el peor de
los casos te pondrás música. En el mejor reirás con los amigos. Durante la
mayor parte de ellas dejarás que tu mente vague libremente por donde más le
apetezca, una vez que la conciencia ha adquirido ese estado al que se llega
mirando cómo das un paso tras otro durante mucho tiempo. Sin embargo, ese desplazamiento
arbitrario que caracteriza los pensamientos del triscamontes (al menos del no
condicionado por la necesidad o la voluntad de competir) se convierte a veces
en forma, en estructura e incluso en chispazo genial.
Este libro es, al parecer
(porque la presente es, una vez más, una nota completamente infundada), una
crónica de la alianza entre el desplazamiento a pie y el genio creador. ¿Pues
no va y resulta que muchos de los más importantes filósofos, pensadores,
intelectuales y listos de occidente le daban a la pata? Paseantes, andarines,
montañeros, viajeros a pie, hasta llegar a lo que ahora consideraríamos amantes
de las largas distancias; de todos ellos encontramos ejemplos en este catálogo
de gentes que hicieron con su vida algo que merecía la pena. Y resulta que el andar
por el monte tuvo algo que ver en ello.
De la página web de la editorial
Caminar es mucho más que poner un pie delante del otro. ¿Y
si solo se pudiera pensar bien a través de los pies?
Andar no exige ni aprendizaje, ni técnica, ni material ni
dinero. Sólo requiere de un cuerpo, de espacio y de tiempo. Cada día son más
los aficionados a caminar, y todos ellos obtienen los beneficios de esa
propensión: sosiego, comunión con la naturaleza, plenitud...
Andar. Una filosofía es un recorrido (a pie), filosófico y
literario, en compañía de ilustres autores como Rimbaud, Thoreau o Kant cuyo
hilo conductor es el simple hecho de caminar. Andar como experiencia de
libertad, como acto solitario y propicio para la ensoñación, como motor de
creatividad...
Este libro es una celebración del paseo y una reivindicación
de virtudes elementales que parecemos haber olvidado en esta época de prisas y
de monotonía. Desde un enfoque cultural, Frédéric Gros se adhiere a la
corriente de lo slow y nos invita a valorar las ventajas de la lentitud. «Para
ir más despacio no se ha encontrado nada mejor que andar. Para andar hacen
falta ante todo dos piernas. Todo lo demás es superfluo. ¿Quieren ir más
rápido? Entonces no caminen, hagan otra cosa: rueden, deslícense, vuelen».
PD: Que sepáis todos que algunos miembros de este club se
oponen a que yo haga entradas sobre libros. Al parecer, se puede escribir de
recetas, material o grandes atracones (c.p.) sin temor a ser censurado, pero no
de letra impresa. Menos mal que nadie dijo que CxC fuera una democracia.
5 comentarios:
Desde la escuela peripatética, se sabe que andar abre la mente y alegra el espíritu. Lo que pasa es que el humano es un ser perezoso por excelencia. Una vez superada la pereza, todo va bien. Pero ¿cómo superarla? o es una pregunta retórica, va en serio. ¿Alguien contestará?
Querida Elvira, no he entendido bien el final de tu comentario pero, en cualquier caso, déjame decir que no tengo ni puta idea de cómo vencer la pereza. Molicie es mi segundo nombre. Lo que sí sé es que si vas despacito te cansas menos y el paseo es más agradable. Hay otros trucos, como ir con Jorge, memorizar cosas o contar mallas Hoko.
Te animo a que sigas haciendo entradas sobre libros.....tu no recensión sobre Murakami le da un punto único al blog....."muuuu güeno"
¡Albricias! ¡Un feedback de esos! Esto es para que vean lo que es bueno los descreídos, los cínicos, Quique y Jorge. ¡Todos!
Por cierto, quien quiera una recensión como es debido que lea el último Babelia, donde hacen una de este libro: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/26/babelia/1419608722_632256.html.
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